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Actualizado: 17 de junio de 2025


Bajaron los tres por las calles pendientes de Chiaia hasta la ribera de Santa Lucía. Ferragut, á pesar de su preocupación, se fijó en el aspecto del conde. Iba vestido de azul y con gorra negra, lo mismo que un yachtman que se prepara á tomar parte en una carrera de balandros. Sin duda había adoptado este traje para hacer más solemne la despedida.

Más simpático en el trato que Quintana, por carecer de aquella grandílocua y solemne severidad, era D. Francisco Martínez de la Rosa, recién llegado entonces de Londres, y que no era célebre todavía más que por su comedia <i>Lo que puede un empleo</i>, obra muy elogiada en aquellos inocentes tiempos.

Mientras D. Pedro tosía y sacaba el infinito pañuelo encarnado y azul para limpiarse boca y narices, reinó solemne silencio en la sala y todos me miraban con afanosa curiosidad.

69. Al dia siguiente, desde la aurora, los sacerdotes que no eran de casa, digeron misa hasta las 9, y mas adelante, estando siempre la iglesia llena de pueblo de todo género, de condicion y estado. Despues cantó la misa solemne el Dr. Leiva, párroco de la ciudad, la que mucho antes habia pedido por un singular beneficio recibido: lo que llevò pesadamente el Vicario. Un sugeto de nuestra Compañìa predicó, y muy bien. Estuvo desde ayer, y todo el tiempo de la misa, la im

Menos de un mes bastó á Bolívar para conquistar dos provincias venezolanas, libertando por una serie no interrumpida de triunfos el extenso pais que media entre Tenerife y Trujillo, desde cuyo último punto, el 15 de Julio, anunció á la república la solemne resolucion que desde aquel dia adoptaba, declarando la guerra á muerte á los enemigos armados contra la patria.

Reyes encontró en sus ojos la mirada de la Gorgheggi que no era otra la dama y muchas veces, muchas, pensando después en aquel momento solemne de su vida, tuvo que confesarse que impresión más dulce ni tan fuerte no la había experimentado en toda su juventud, tan romántica por dentro.

El balcón era grande y solemne; la noche, ya muy entrada, y el cielo, cariñoso y locuaz, como se pone en nuestros países cuando el aire está claro, y parece como que platican y se hacen visitas las estrellas. Y ante todo, Lucía y Sol, dense un beso.

Pocas noches de mi vida recuerdo más serenas y más bellas. Era un portento de calma; no corría el menor viento y el silencio solemne sólo se interrumpía a momentos por uno de esos ruidos misteriosos y lejanos de la montaña, que el eco suave reviste del acento de una queja apagada. A pocos metros corría con imperceptible rumor un hilo de agua.

No dijo después de algunos instantes de reflexión . ¡No es posible! Debe haber alguna causa, algún motivo imprevisto. Sin embargo continuó después de otra pausa ; es preciso que no me quede nada sobre el corazón. Es preciso que yo pueda responder a la calumnia no sólo con el desprecio, sino con un solemne mentís y con pruebas positivas.

La montaña suele sonreír y consolar; la pampa llora con nosotros, pero llora como por un dolor gigante y solemne, arriba de nuestras pequeñeces humanas. ¡La montaña es forma, es color; da el placer de la pintura, de la estatuaria o de la arquitectura, concreto siempre; la pampa empapa el alma en la sensación vaga y profunda de la música, infinita, pero informe!... También se ama la llanura, también en ella, oh, poeta, echa su raíz vivaz y vigorosa el árbol de la libertad!...

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