United States or Oman ? Vote for the TOP Country of the Week !


Mi marido nació para cursi y morirá en olor de santidad». Esto no quitaba que le envidiase, pues iba viendo los sinsabores que trae y lo caro que cuesta el no querer ser cursi. La infeliz estaba rodeada de peligros, llena de zozobras y remordimientos, mientras su esposo dormía tranquilo al lado del abismo. Dormía como si tuviera muy lejos la vergüenza que tan próxima estaba realmente.

Por otra parte, una vez alcanzada preveía los sinsabores que consigo arrastra, sentíase débil para sufrir las objeciones de la crítica como ya lo había experimentado, comprendía que en cuanto se levantase un poco tendría contra a todos sus camaradas de café y de saloncillo y se sentía intimidado.

Sería triste haber pasado la vida ahorrando, para engordar a los jesuítas o a esas hermanas que no saben hablar en castellano. No quiero que mis dineros sufran la misma suerte que los del sacristán del adagio. Por esto, a los sinsabores de mi lucha con la gentuza enemiga se une el dolor que me causa el carácter débil de mi hija.

Aunque los pocos años que tengo más que no me hagan salir de la edad de mancebo, todavía no los viví en balde. Antes que visité a Granada; experiencia precoz de mi juventud la compré a trueque de sinsabores sin término, y esto me da sobre ti una autoridad que serás necio desatendiéndola y no mostrándome el sendero peligroso por donde caminas. Adiós.

No disputemos, por Dios uno y trino; improvisemos nuestro viaje salvador, y no nos chanceemos con la fortuna, que como mujer es mudable, y suele dar sinsabores tales como ha dado dulzuras. ¡Pero dejar abandonada á su majestad!... dijo doña Clara. Dios vela por los reyes... ¿creéis vos que la reina tiene en vos un escudo? Tengo valor, y mi vida es de su majestad.

La Fuente, «una anciana de sesenta y dos años, maltratada por las penitencias, agobiada por enfermedades crónicas, medio paralítica, con un brazo roto, perseguida y atribulada, retraída y confinada en un convento harto pobre, después de diez años de una vida asendereada y colmada de sinsabores y disgustosAsí escribió su libro celestial.

Sus ojos, y su boca no sonreían con la tranquila melancolía de quien sufre, porque recuerda; ni eran los suyos sinsabores, medio consumidos, y acaso poetizados por el tiempo: eran penas vivas, recientes, de las que la imaginación agrava cada día y roban más sueño cada noche.

Rimar todo un poema entero de dolores, cruzar todo un sendero sembrado de amarguras, y, entre penas y llantos y amargos sinsabores, gustar de un trago toda la hiel de las torturas. Y si el vivir es sólo sinónimo de pena, ¿por qué nos crió el hado y luego nos condena a una existencia triste, penosa y dolorida?

Y, hojeando casi todo el librillo, halló otros versos y cartas, que algunos pudo leer y otros no; pero lo que todos contenían eran quejas, lamentos, desconfianzas, sabores y sinsabores, favores y desdenes, solenizados los unos y llorados los otros.

Y cuando al fin llegó hasta sus oídos el bramido de saludo, se creyó recompensado de todos sus sinsabores y penalidades de hombre de honor. ¡Adiós, Goethe! ¡Adiós Nélida!... Tal vez la voz de ella se había unido a esta aclamación de despedida. Se enfrió el entusiasmo de la gente al enterarse de que los dos adversarios estaban sanos y enteros.