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Actualizado: 8 de julio de 2025
Para eso te ha dado Dios ese talentazo tan mal empleado. Se fue la vieja, y Gabriel permaneció solo más de media hora, viendo por los vidrios de una ventana el claustro abandonado. La catedral estaba más silenciosa que de costumbre. La muerte anual de Dios esparcía en la tribu levítica de los tejados un ambiente de tristeza más intenso que el del interior de la iglesia.
El Maestrico se había enamorado de la Charanga con la pasión reconcentrada y silenciosa de un hombre de cuarenta años. Los padres le querían, alabando sus costumbres sobrias, su actividad para ganarse la vida; y la muchacha, en su diferencia de bestia alegre, decía que sí á todo, continuando sus relaciones con el matoncillo. Iban á casarse en aquella misma semana.
Josefina había permanecido quieta, silenciosa, con la cabeza baja. Las burlas lograron al fin hacer su efecto. Dos lágrimas asomaron rezumando por sus largas pestañas.
Se alejó por los estribos, agarrado al pasamano de los coches, y se perdió en la oscuridad, buscando sin duda otro sitio donde continuar tranquilo su viaje. Paramos ante una estación pequeña y silenciosa. Iba a tenderme para dormir, cuando en el andén sonaron voces imperiosas.
La joven le observaba con el rabillo del ojo, y adivinando lo que pasaba en su espíritu, permanecía silenciosa también, en un estado de recogimiento que diera buena muestra de sus místicos pensamientos. Para ayudar a ella, dijo al cabo de media hora de silencio: Padre, no hemos pedido a San José que nos proteja en nuestro viaje.
Había estado en Milán, con el objeto de ver su casa natal, una casa alta y severa como una torre, situada en una calle lejana y silenciosa, enfrente de una pequeña iglesia embellecida por muchísimas flores.
¡Oh Dios mío! ¡Dios mío! dijo Dolly con voz apesarada, como si recibiera malas noticias sobre el estado de un enfermo. Después permaneció un rato silenciosa, y por último prosiguió: Hay gentes instruidas que quizás saben el fondo de todo esto. El pastor lo sabes estoy cierta; pero se necesitan grandes palabras para decir estas cosas, palabras que las gentes humildes no son capaces de comprender.
Contemplábalos Ojeda con respeto y envidia, sumidos en su gravedad silenciosa que tenía algo de sacerdotal; insensibles a la música y los rumores de fiesta que venían de abajo; huyendo de los reflejos luminosos que esparcía el buque sobre sus costados como un halo de gloria; avanzando la cabeza en la noche para husmearla mejor; indiferentes al mundo alegre y variado que invadía las entrañas de la nave en cada viaje; sólidamente adheridos al testuz del monstruo cuya marcha guiaban, como el cornac guía al elefante montado en su frente.
«¿No me lo repite usted también, Liette?» Liette permaneció silenciosa. En el fondo, Raúl no deploraba más que a medias el plazo que se le había impuesto.
Flora también quedó silenciosa al cabo. Ambas prosiguieron un buen rato su tarea sin decirse palabra. Al cabo aquella levantó la cabeza y sonriendo maliciosamente exclamó: ¡Si será verdad lo que dijo la tía Rosenda, la noche de la lumbrada! Demetria ya no se acordaba; la miró sorprendida.
Palabra del Dia
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