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Actualizado: 29 de mayo de 2025
Seguro estoy de que sigilosamente y al oído, para no delatar á nadie, sin suficientes pruebas, no nos declara, ni el más zahorí en estos asuntos, dónde están veinte millones siquiera, el tercio de los sesenta que de Cuba han de haber venido á la Península. Los doscientos millones, pues, ó no se le quitaron al Tesoro ó casi todos ellos se quedaron en Cuba. Pretende el Sr.
La emoción de este parecía haber pasado al tío Frasquito, y conociendo el pobre viejo su debilidad, decidióse a buscar apoyo en el más fuerte... Cogió por un brazo a Jacobo y llevólo sigilosamente a su alcoba, nido risueño, tapizado con seda de Persia celeste, cubierto el pavimento con pieles blancas, con una cama de palo de rosa muy baja, muy aérea, vago conjunto de encajes, holandas y sedas celestes, semejante a una crespa ola del mar coronada de espumas blancas.
La certidumbre de ser amado por ella le colmaba de una alegría tan límpida, que en su ser no quedaba ninguna otra energía para ningún otro objeto. La esperanza florecía en la sombra, ocultamente. Las palabras no la expresaban porque ella no lo necesitaba: debía, por el contrario, permanecer sigilosamente guardada. Su vitalidad era tan frágil, que no habría resistido al menor choque.
Arrebatar sigilosamente un prisionero a la autoridad militar, dentro de una plaza fuerte y en momentos en que el fanatismo de los partidos redoblaba la vigilancia, era empresa demasiado temeraria y difícil para que saliera bien no contando con altos auxilios. Salvador no tenía amistad con el Virrey, y aunque la tuviera de nada le valdría por ser D. Antonio Solá hombre muy inflexible.
En cumplimiento de dicho acuerdo, marchéme sigilosamente de Hong-kong, el dia 7 de Abril, embarcándome en el Taisan, y pasando por Saigón fuí á parar con la mayor reserva á Singapore, llegando á este puerto en el Eridan el 21 de dicho mes, hospedándome en casa de un paisano nuestro.
Cerró sigilosamente la puerta y plantándose delante de ella y volviendo á tomarle la mano, dijo con voz alterada: Flora, ya sabes quién ha sido tu madre; pero ¿tu padre, sabes quién es? La zagala se puso roja como una amapola: tardó algunos momentos en contestar. Al cabo, bajando los ojos al suelo articuló con voz débil: No lo sé... pero lo presumo.
Un hombre estaba apostado, desde que ellos habían llegado, en el hueco de una puerta donde las sombras se espesaban. Inmóvil y protegido por la obscuridad, no pudo ser visto de Piscis. Aprovechando un momento en que éste paseaba de espaldas a la casa, el hombre salió de su escondite y se acercó sigilosamente a ella. Miró hacia el corredor y vaciló unos segundos. Esto fué lo que le perdió.
Cruzóse de brazos, movió de arriba abajo la gran cabezota y desapareció sigilosamente por entre los bastidores, metiéndose luego por debajo del escenario como un nihilista que se zambulle en el centro de la tierra para fraguar siniestros proyectos...
Me incliné hacia ella y pregunté: ¿Qué tienes, hermana querida? Desearía ser útil para algo en este mundo dijo, con un suspiro. Y con este pensamiento, se durmió. Había cerrado ya la noche cuando Roberto penetró sigilosamente en la habitación.
Me besó en las mejillas, como si fuera yo un chiquitín. Estaba llorando. Me dejó húmedo el rostro. ¡Entra para que te vea Carmen! Y agregó sigilosamente, agarrándome de un brazo: La pobrecilla está muy malita, muy malita. Te vas a entristecer al verla. No te lo hemos dicho para que no perdieras la tranquilidad en tus estudios.
Palabra del Dia
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