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Actualizado: 29 de julio de 2025
Vamos, hermano, valor. Lunes, 27 de abril. He esperado en vano durante cinco días, noticias del señor Laubepin, confieso que contaba seriamente con el interés que había parecido manifestarme. Su experiencia, sus conocimientos prácticos, sus muchas relaciones le proporcionaban los medios de serme útil.
Nunca se le pasó por la imaginación que tales pérdidas pudiesen afectar seriamente a sus comodidades, a su ostentación, ni aun a sus caprichos. Pero el gusano permanecía vivo allá en el fondo. No había más que hostigarle como hizo Pepa, para que royese lindamente. ¿Los negocios de mi marido? dijo balbuciendo, como si no entendiese . Yo nunca me entero ... ni le pregunto.
Y había que oír la expresión cariñosa que daba el marino al mote de Planeta aplicado al doctor. Para él, en su habla bilbaína, los hombres se dividían en tres clases. Los que trabajaban seriamente en cosas de utilidad y no tenían mote alguno. Los vagos y viciosos, que no sirven de nada, á los que llamaba arlotes.
A toda costa quería que Julio continuara hablando. ¡Más, más!, le decía; y quería seriamente obligarle a seguir". Me acuerdo muy bien, dijo Carmen, interrumpiendo de nuevo la lectura.
Esta última palabra convirtió la sonrisa de él en franca carcajada. «¡Trabajar!...» Pero la duquesa siguió hablando seriamente de su «trabajo». Lamentaba la escasez de sus medios. Unos treinta mil francos era el único capital de que podía disponer. A veces disminuía de un modo alarmante: los treinta mil bajaban á ser una simple unidad.
Y se sentó junto á una mesa, tomó papel y pluma y escribió lo siguiente: «Señor mío: Hace tres días que no me honráis; ¿habré caído en vuestra desgracia? No lo creo; al menos no he dado motivo para ello. No me quejo como me quejaría en otra ocasión, porque sé que andáis muy seriamente ocupado y más de un tanto cuidadoso por la vida de nuestro buen amigo don Rodrigo Calderón.
Entretanto el señor Aubry se encariñaba cada vez más con aquel huérfano que le manifestaba tan candorosamente su afecto, siempre que se le ofrecía la ocasión. Pero precisamente porque el señor Aubry comenzaba a interesarse seriamente por el niño, quería formarlo, como había sido formado él mismo, en la escuela austera de la labor ruda.
¡No creo una palabra! exclamó Juana. Y yo estoy segura... Ensayad y veréis. Las dos echáronse a reír. No, seriamente replicó la condesa , pensad un poco en ello... Buscad entre vuestras amigas, entre vuestras conocidas... ¡Ah! me haríais un gran servicio. Pero os diré primeramente que vuestro hijo me da mucho miedo. ¡Oh! exclamó la condesa estupefacta.
Pero la conversación fue larga y no terminó hasta muy entrada la noche. A la mañana siguiente, el estado del enfermo se resentía del esfuerzo cerebral que había hecho para poner a Juan al corriente de la situación; la fiebre aumentó, y María Teresa empezó a inquietarse seriamente. Martholl, cuando vino a hacer su visita habitual la encontró en esta triste disposición de espíritu.
Finge que se alborota por defender su honor que, en resumidas cuentas, aquí nadie se atreve a amenazar seriamente, y lo que en rigor la irrita, es mi frialdad.... ¿Pero qué hace? vamos a ver.... Mire usted, Álvaro, por nada de este mundo daría yo un disgusto a mi Anita, que es ahora modelo de esposas; siempre fue buena, pero antes tenía sus caprichos, ya recuerda usted.... Sí, sí... al grano.
Palabra del Dia
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