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Actualizado: 31 de mayo de 2025
Antes de meterse en el coche abrazó estrechísima y largamente a su sobrino, y le dijo al oído con voz conmovida: ¡Dale un buen barreno en los fondos, hijo mío! Cuando se separaron, tenía el rostro bañado de lágrimas. Metióse rápidamente en la carretela, y se ocultó en un rincón sin decir adiós.
El joven iba ya enterándose de lo que eran el amor y sus dulces engaños. Vieron venir hacia ellos un viejo de cara hosca con un cayado al brazo, un guarda de Consumos que paseaba. Los dos, instintivamente, se separaron desenlazando los brazos. Esta sorpresa les sacó de su dulce somnolencia. Maltrana, en quien las impresiones eran menos duraderas, volvió, como él decía, a la realidad.
¡Ah! ¡no quiera Dios, señora, que muera el hijo de nuestro amor! Después de algunos momentos de conversación, duque y duquesa se separaron. Y no volvieron á verse por la reja. Pero cuando doña Juana acabó de cumplir su voto aparente, y se presentó en la corte, el duque de Osuna se presentó á ella, galán y hermoso. La duquesa palideció.
El marino, bajo el peso de su fracaso y de las extraordinarias libaciones, se sumió en un mutismo enfurruñado. En el barrio de Chiaia se separaron. Ferragut, al quedar solo, sintió con más fuerza los efectos de la embriaguez que le dominaba, una embriaguez de sobrio, con la sorpresa fulminante de la novedad. Por un momento tuvo la mala idea de ir á su buque.
Acabada la fiesta y ceremonia, separaron á los cristianos por categorías, llevando á D. Álvaro de Sande á un castillo con juramento del Sultán de que no haría más la guerra, porque en la prisión había de morir sin que hubiera para él rescate por ningún dinero.
Cuando iban por la calle, doña Lupe, que comprendió cuánto había impresionado a su sobrina el encuentro con la señora de Santa Cruz, intentó dos o tres veces aludir a esto; pero la prudencia y un sentimiento de delicadeza retuvieron su charlatana lengua. iv En el portal de su casa se separaron; doña Lupe subió y Fortunata fue a la botica, donde Maxi estaba solo, haciendo un emplasto.
Lo sabrá todo... Si no le escribo vaya usted a verla cuando tenga por conveniente, pero con preferencia el lunes... es el día que recibe... y así se perderá entre mucha gente... eso será menos violento para usted y para ella... ¡Pero es tarde! ¡Me voy!... ¡Hasta otro día! Y se separaron...
Y sentía comezón de hablar y ansias de llorar. ¿Por qué no abría el pecho al amigo del alma, al verdadero, al único? No se lo abrió. «No era tiempo». Para perseguir un bando de peguetas que volaba de prado en prado, siempre alerta, se separaron.
Tiburcio de Simahonda, Tomás Cardoso y cuarenta aventureros portugueses, que sobrevivieron a la batalla, acompañaron a Morsamor, y cargados de presentes y riquezas se separaron de Babur y de sus mongoles. Babur dio a Miguel de Zuheros una áurea lámina, como la que Kubilai-Kan había dado a Marco Polo, para que le sirviese de salvoconducto o pasaporte por donde quiera que fuese.
Y se separaron, tan pronto como Luz se sentó donde antes había estado sentada, entre su madre y su amiga sin novio. La que le tenía continuaba paseando todavía con él.
Palabra del Dia
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