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Actualizado: 28 de junio de 2025
Si encontraba hombres con bastante corazón para seguirle, formaría una partida de a caballo, dejando como un niño de teta a José María el Tempranillo. Por algo conocía la sierra. Ya podían prepararse los ricos. Abriría en canal a los malos, y los buenos sólo podrían salvarse dándole dinero para los pobres. Exaltábase al desahogar su cólera con estas amenazas.
Juanita supo con tanto pulso seguirle el humor, que no se callaba ni lo aceptaba todo desde luego, sino que impugnaba algo sus tesis y discursos para darle ocasión de que hablase más y desplegase su elocuencia, a la cual acababa por ceder, reconociéndose vencida.
Cuando en el mismo acto primero una esposa se abraza a su marido, que parte al combate, declarando con noble resolución que quiere seguirle y compartir los riesgos de la lid, Amparo sintió como un nudo, como una bola que se le formaba en la garganta, y haciendo un supremo esfuerzo, se agarró a la barandilla de la cazuela y gritó «¡bien!... ¡muy bien!» dos o tres veces, luciendo su voz de contralto.
El rio Paraná Guazú tiene 30 leguas de ancho hasta su golfo ó boca, que corren 50 leguas continuas hasta el puerto de San Gabriel, donde solo tiene de ancho 18 leguas. Nuestro piloto dijo al de la otra nave si queria seguirle, á que respondió, que era casi de noche, y queria estarse en el mar hasta salir el sol, y no llegar á tierra en noche sin tempestad.
Mi satisfacción sería completa si un día sintiese en el corazón el estremecimiento preludio del amor y pudiera decirte designándote al que lo hubiera provocado: ese es mi marido, con ese me casaré, no porque tiene el bigote rubio o los ojos de tal color, una fábrica o una fortuna, sino porque me gusta bastante para seguirle para siempre en el dolor como en la alegría...
Y había que ver a los vendedores, verdaderas sanguijuelas normandas que adivinaban una presa fácil, seguirle los pasos, meterle en el bolsillo pitos, rosquillas y golosinas y ponerle delante de las piernas rosados cochinillos y rizados y blancos corderos. ¡Cómpreme usted algo para su señora! «¡Su señora!»
«¡Papitos, Papitos!... No, no te llamo... vete... ¿Pero has visto qué insolente? Si no es él, no es él... Es que me le han vuelto del revés, me le han embrujado. ¿Habrá tunante? Si estoy por seguirle y avisar a una pareja de Orden Público para que me le trinquen... Pero a la noche nos veremos las caras.
Hincado D. Álvaro, decía con voz más solemne que antes: «Cincuenta mil millones de millares de veces sea bendito y alabado el Santísimo Sacramento del altar», y empezaban los actos de fe, después de los cuales venía el alabar á Dios. Al llegar aquí las palabras del dueño de la casa eran cada vez más cortadas y rápidas y el coro apenas podía seguirle, anhelante y fatigado.
A su vez, doña Guiomar abrazó a su hijo esforzándose en sonreír bajo las lágrimas; y, para poder seguirle con la mirada, subió con sus doncellas a la torre del caserón. «Hijo mío: Tardo eres ya en contestar a una madre que te quiere más que a sí. Hasta hoy, que es día de Pentecostés, no me han llegado otras nuevas que las que trajo de palabra el licenciado Carmona.»
Si mis pecados necesitan sangre que los lave, más de dos azumbres de la que corre por mis venas he dejado yo en tierra de Francia; pero perdida en buena lucha y no friamente y gota á gota, como la derraman los penitentes sin más ni más. Pero ¿qué es eso, mocito? Estás más blanco que las famosas plumas del casco de Montclus, que nos servían para reconocerle y seguirle allá en Narbona. ¿Qué te pasa?
Palabra del Dia
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