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Actualizado: 28 de junio de 2025
Los Dattos suelen distinguirse de la gente del pueblo en el mayor adorno de sus vestidos, en los que usan botones dorados, y en la costumbre de llevar siempre el pañuelo en la mano y seguirle algún esclavo con la caja del bullo. Les está prohibido asimismo comer carne de cerdo y el uso de bebidas espirituosas.
Su primer movimiento fué de retroceso; pero el guía continuó impasible su camino, y acabaron por seguirle. Ferragut sonrió. Sabía adónde iban. La callejuela de los Lupanares estaba próxima. El guardián abriría una puerta, quedándose luego en acecho, con dramática ansiedad, como si expusiera su empleo por esta complacencia á cambio de una propina.
Usted no debe presentarse en la calle de San Cristófano, porque en el acto notarían su aparición. Déjeme todo el asunto a mí solo, signore. Voy a tomar una persona que me ayude, y espero que los dos podremos, antes de mucho tiempo, encontrar a este misterioso individuo y seguirle la pista.
Un murmullo de aprobación acogió aquellas palabras y el príncipe contempló con satisfacción los rostros de todos aquellos capitanes, ganosos de seguirle y distinguirse bajo sus banderas. El titulado rey de Castilla, Enrique de Trastamara, contra cuyas fuerzas vamos á luchar, es un guerrero hábil y animoso y la campaña proporcionará ocasión de conquistar lauros sin cuento.
Ana sintió deseos de seguirle: ella no sabía por qué pero le tenía enfadado: ¿qué había hecho ella? Pensar, pensar en el enemigo, gozar con recuerdos vitandos... pero... de todo eso ¿cómo podía tener don Fermín noticia?... ¡Y se había marchado así!
Durante la resaca, pone de manifiesto y ofrece en cierto modo la rica vida que sustenta. Seguirle hemos paso á paso, avanzando sobre la húmeda arena, que todavía no se hunde mucho bajo nuestras plantas. Nada tema usted. A lo sumo, la mansa ola vendrá á bañar sus pies.
Me incliné y Ruperto, saludando profundamente, ordenó a sus servidores que continuasen su camino. Súbito impulso me obligó a seguirle, y al oír él las pisadas de mi caballo se volvió en la silla rápidamente, como temeroso de que ni la presencia de la Princesa pudiera contenerme. La otra noche peleó usted como un valiente le dije en voz baja.
Postrado en la cama, pasaba a veces días enteros sin pronunciar una sola palabra, aunque Salvador hacía los imposibles por sacar una siquiera de aquel pecho que era un mar de melancolías. En cambio, otros días era tal su locuacidad que no podían seguirle la conversación incoherente y exaltada.
Canelo desapareció pronto al otro lado de la peña, y Chisco, después de detenerse unos instantes a observar desde la esquina, hízonos señas de que podíamos seguirle, y desapareció también. Entonces al avanzar nosotros, fue cuando pude yo darme la respuesta a la pregunta que me había hecho poco antes: ¿dónde estaba la boca de la caverna? ¡Dios eterno, qué cúmulo de barbaridades las de aquel día!
Desaparece el Caballero en la sombra. Las dos mujeres, asustadas, no se atreven a seguirle. Por algunos momentos se oyeron pasos en la soledad de la calle. ¡Huecos y resonantes pasos! El Caballero baja a la playa. El viento bordonea en el mar.
Palabra del Dia
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