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Actualizado: 15 de mayo de 2025
Lástima que no fuera tiempo de alcachofas, porque las hubiera traído para el arroz. Pero trajo un poco de cordero que le daba mucho aquel. Compró chuletas de ternera, dos reales de menudillos y unas sardinas escabechadas para segundo plato. De vuelta a su casa armó los tres pucheros con el minucioso cuidado que la cocina española exige, y empezó a hacer su arroz en la cacerola.
808 Salieron varios cencerros, alesnas, lonjas, cuchillos, unos cuantos cojinillos un alto de jergas viejas, muchas botas desparejas y una infinidá de anillos. 809 Había tarros de sardinas, unos cueros de venao, unos ponchos aujeriaos, y en tan tremendo entrevero apareció hasta un tintero que se perdió en el juzgao. 810 Decía el alcalde muy serio: "Es poco cunato se diga; había sido como hormiga.
Corría más, y tenía más poder que sus iguales y superiores, o no supo lo que se pescaba Isabel del Pozo al hacer sus conjuros, ni María Castellanos cuando lo declaró ante la Inquisición de Toledo en 1631 , pues decía: «... que tomó en las manos dicha Isabel del Poço un poco de sal de sardinas y çilantro, lo qual mezcló todo y lo echaba de una mano en otra diciendo: Conjúrote, sal y çilantro, con Barrabás, con el Diablo cojuelo, que puede más.
Aquel día sus suegros le habían mandado albóndigas y sardinas en escabeche; Luquitas había entrado en casa a las seis de la mañana, y aún dormía como un cachorro.
Ahora es cuando se sabe lo que es comer y dormir con tranquilidad. ¿Hay ninguna Fulana que valga una fuente de sardinas frescas acabadas de freir?... ¿Y una langosta con sidra sacada por el espichón? ¿No se te hace la boca agua, hijo del alma?... Tú ahora casarte y besitos y «mi vida» para aquí y «alma mía» para allá, ¿verdad?... Bien, bien, descuida que todo se andará.
Después, á la luz del candil, iba y venía por la barraca preparando su viaje á Valencia. La madre la seguía sin verla desde la cama, para hacerle toda clase de indicaciones. Podía llevarse las sobras de la cena; con esto y tres sardinas que encontraría en el vasar tenía bastante. Cuidado con romper la cazuela, como el otro día. ¡Ah!
SARDINAS REBOZADAS. Después de limpias se dejan abiertas y se rebozan con harina y huevo o con pan molido, huevo y pan otra vez. SARDINAS CON TOMATE. Limpias y preparadas como las anteriores, se ponen por capas, una de sardinas, otra de tomate, hecho con perejil y cebolla, cociendo a fuego muy lento.
El pan se amontonaba detrás del mostrador, al amparo de los dueños, como si éstos temiesen los hurtos de los parroquianos ó una súbita acometida de los hambrientos que pululaban afuera. Un tonel de sardinas doradas por la ranciedad, esparcía acre hedor.
Revoloteaban las moscas con porfiado zumbido, y ya se unían en el aire y caían rápidamente sobre la labor o las manos de las operarias, ya se prendían las patas en la goma del tarrillo, pugnando en balde por alzar el vuelo. Andaban esparcidos por las mesas, y mezclados con el tabaco, pedazos de borona, tajadas de bacalao crudo, cebollas, sardinas arenques.
Vegallana empezaba siempre con sus sardinas; devoraba unas cuantas docenas, y en seguida se levantaba, y discretamente desaparecía del comedor. Siguiendo uso inveterado todos hicieron como que no notaban la ausencia del Marqués; y en tanto llegó y se sirvió la sopa. Cuando el amo de la casa volvió a su asiento, estaba un poco pálido y sudaba.
Palabra del Dia
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