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Actualizado: 28 de junio de 2025


Yo era en aquel tiempo un fatuo, muy envanecido de mi nombre, de mi juvenil importancia y de mis pobres triunfos de salón; pero tenía el corazón sano, adoraba á mi madre, con la que había vivido durante veinte años en la más estrecha intimidad que pueda unir dos almas en este mundo; me apresuré á asegurarle mi obediencia: ella me dió las gracias inclinando la cabeza con una triste sonrisa y me hizo besar á mi hermana dormida sobre sus rodillas.

Tambien se ha de saber, que aquella sensacion, que llamamos gusto y deleyte sensibles, se sigue solo en el alma quando las impresiones de las cosas se hacen de un modo cierto y determinado; así vemos que los manjares ocasionan gusto en el sano, y desabrimiento en el enfermo, porque las impresiones se hacen de un modo en la salud, y de otro en la enfermedad.

Capítulo II Liquidación «Isidorita Rufete, ¿conoces el equilibrio de sentimientos, el ritmo suave de un vivir templado, deslizándose entre las realidades comunes de la vida, las ocupaciones y los intereses? ¿Conoces este ritmo que es como el pulso del hombre sano? No; tu espíritu está siempre en estado de fiebre.

Zamboanga, donde el Polombato, á semejanza del Darro, baña á la sultana de Filipinas, interrumpiendo con el suave murmullo de sus ondas deliciosa y enervante quietud tropical, ofrece con su purísimo y sano ambiente y con sus cristalinas aguas, que la zarzaparrilla purifica, savia regeneradora á la sangre anémica del peninsular, que vive en Joló, Tawi-Tawi y en los destacamentos militares de Mindanao, siempre prontos á dar su vida por el honor del Ejército y por el engrandecimiento nacional.

El pueblo sosegó de aquel bullicio, Y piden que un escribano Como Mendieta cede de su oficio Que aquesto dicen ser á todo sano. Nuestro Rey lo tendrá por gran servicio; El pueblo dice que este es un tirano; Hágase aquí de todo buen proceso, Y vaya este traidor á España preso.

Doña Lupe se volvió de espaldas para abrir el cajón de la cómoda y en esta postura le dijo: « y tus hermanos heredáis a Melitona, que por mis cuentas debía tener un capitalito sano de veinte o veinticinco mil duros».

Mi padre... Estaba aquí hace un instante... En cuanto te vió bajar sano del coche, ha montado en la berlina que estaba enganchada ahí abajo, y se ha ido a Sarrió. Gonzalo adivinó lo que iba a hacer y se puso más sombrío. Los dos cuñados se dirigieron silenciosos a la casa, y fueron derechos al cuarto de Gonzalo.

Desapareció entonces la Santísima Virgen, y en aquel punto se halló el enfermo perfectamente sano. Acudió á verle todo el pueblo, y oída la causa de su milagrosa sanidad, se encendieron sus corazones en vivos deseos de ser cristianos.

BENITO. Basta; de ellos es, pues no vee nada. FURRIER. ¡Canalla! Si otra vez me dicen que soy de ellos no les dejaré hueso sano. BENITO. Nunca los confesos ni ladrones fueron valientes; y por eso no podemos dejar de decir: de ellos es, de ellos es. FURRIER. ¡Cuerpo de Dios con los villanos! Esperad.

7 Y dijo Isaías: Tomad masa de higos. Y tomándola, la pusieron sobre la llaga, y sanó. 8 Y Ezequías había dicho a Isaías: ¿Qué señal tendré de que el SE

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