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Actualizado: 14 de octubre de 2025
Un trastazo le echa á pique, y otro le saca á flote; la cabeza se atontece, y el que mejor sabe anadar, trata de olvidarlo pa acabar cuanto antes. Pues á usted de algo le ha servido el saber nadar, puesto que logró salvarse donde tantos otros perecieron. Miróme el hombre con torvo ceño, y díjome con profundísima convicción: ¡Ni pizca, tiña! ¿Cómo salió usted á tierra, si no?
Mucho peor que eso, me respondió un predicante de capa negra; que es hombre que cree que puede uno salvarse por sus buenas obras lo mismo que por la fé: y bien veis que si se acreditaran semejantes opiniones, no podria subsistir la república; por eso es menester leyes severas para poner freno á escándalos tan horrorosos.
Recuerda, oh príncipe, aquel proverbio que dice: mejor es seguir el ejemplo de los otros y salvarse, que perderse por no seguir la senda trillada. Oido lo cual, esclamó el Califa: ¡Por Allah, dices bien! Seguiré el ejemplo de los tabíes, cuya opinion en esta materia es de gran peso. Y mandó que la quibla se pusiese donde el faquíh proponia.
Otro nuevo plan, más vasto que los precedentes, trazado en septiembre de 1579, fué descubierto por un monje dominicano. Hassán, para coger infraganti á los cautivos, fingió no saber nada; pero los cristianos sospecharon pronto que su proyecto era conocido. Un mercader valenciano, residente en Argel, que les prometió su ayuda, y que temió entonces por su vida y sus bienes, hizo cuanto pudo para decidir á Cervantes á huir á toda prisa en un barco, temeroso de que el rigor de los tormentos le arrancase la confesión de su complicidad; pero éste, que ya se había escapado de la cárcel y estaba oculto en casa de un amigo, no consintió en salvarse solo y dejar á sus compañeros expuestos al peligro; se esforzó en calmar las inquietudes del mercader, y le juró que ni la muerte ni los tormentos le obligarían nunca á declarar. Mientras tanto se pregonó en las calles de Argel un bando del sultán para descubrir al esclavo Cervantes, condenando á muerte á cualquiera que lo encubriese. Entonces resolvió el cautivo librar á su amigo de tan tremenda responsabilidad, y se presentó al Rey.
Ramiro volvió el rostro y su asombro fue inmenso al ver cruzar la calle a su antiguo paje vestido con galas de soldado. Pablillos llegaba apenas de Flandes. En una escaramuza, cerca de Groninga, dos compañías de escopeteros españoles, sorprendidas por una carga del enemigo, volvieron la espalda para salvarse. Sólo Pablillos permaneció en su puesto sin hacer el menor ademán.
Después de haberme perdido... ¡Dios mío! yo no sé cómo puedo mirarte á la cara, ¡miserable! ¡conque es decir que si su majestad come de la perdiz...! ¡Os ahorcan! y por eso yo avisé á vuestra mujer; como no estábais en la casa, vuestra mujer procuró salvarse, y salvar vuestro caudal... dejamos encargado á cierta persona que os avisara, pero sin duda no ha dado con vos.
Un viajero encuentra en su camino un rio caudaloso; le es preciso atravesarle, ignora si hay algun peligro en este ó aquel vado, y está oyendo que muchos que se hallan como él á la orilla, ponderan la profundidad del agua en determinados lugares, y la imposibilidad de salvarse el temerario que á tantearlos se atreviese.
Al frente de una escuadra de negros, que eran su guardia, ataca cimitarra en mano, formando en torno de él un círculo de cadáveres; pero al fin un sollerense le atraviesa el pecho con su lanza, y al caer huyen los invasores, perdiendo su estandarte. Un nuevo enemigo les cierra el paso cuando escapan hacia la costa para salvarse en sus navíos.
De su piedad pasajera sólo le quedaba la convicción de que son necesarias las buenas obras además de la fe para salvarse, y la costumbre de persignarse al levantarse, al salir de casa, al dormir, etc., etc. Había vuelto a Calderón y Lope con más entusiasmo que nunca.
No nos consta de qué suerte pudo salvarse. En nuestra historia hay aquí una tenebrosa laguna. Saltemos por cima de ella y volvamos al convento en que el Padre Ambrosio seguía viviendo y ejerciendo sus artes mágicas. Por su virtud, aunque se ignore de qué manera, nadie en el convento había notado la ausencia de Fray Miguel y del hermano Tiburcio.
Palabra del Dia
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