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Actualizado: 25 de julio de 2025
Es don Luis dijo el Vara de palo . Va a decir su misa en la capilla del Sagrario, y después al coro. Gabriel se levantó del sofá para saludar al sacerdote. Era pequeño y de constitución débil, resaltando en él desde el primer golpe de vista la desproporción entre el cuerpo enfermizo y la cabeza enorme.
Ahora tenga presente que la persona que vamos a saludar es muy arisca y muy agarrada; pero que se lleva a las urnas a todos los electores del Ayuntamiento, y a algunos más. ¿Y de qué procede esa influencia? preguntó don Simón con curiosidad.
¡Ha muerto!... ¡Murió hace un mes! Y le mostró un pequeño papel azul: un telegrama de Madrid, llegado media hora antes. Spadoni, después de saludar á Novoa en la plaza del Casino, habló de los ensueños que agitaban sus noches y de sus decepciones al despertar. Usted tiene la culpa, profesor.
Besó a las niñas como sí fuese su abuelo, y a doña Manuela diole algunas palmadas en la espalda con una alegría de viejo campechano, asegurando que cada vez estaba más gorda y hermosota. Venía de oír misa de San Juan, su querida parroquia; y cumpliendo la obligación de todos los años, quería saludar a Manuela y a las niñas, y desearles mil felicidades en el día del santo.
Saludóles nuestro anciano como antiguos amigos, a quienes se ve todos los días. A nadie en el radio de la villa dejaba de saludar don Mateo. ¿Esperando que termine la sesión, eh? Sí, señor respondió uno con sequedad y reserva que quitó al anciano el deseo de entrar en más averiguaciones. Buscó otra conversación, la que más podía complacer a los depositarios de la fe pública; la caza.
Luego venía Moreno, mostrando cierta turbación emotiva al saludar á Elena, enredándose la lengua y pronunciando balbuceos, en vez de palabras. Finalmente llegaba Pirovani, con un traje nuevo cada dos noches y llevando algún obsequio á la señora de la casa.
No es maleja la posada inmediata á la puerta del oeste, contestó el glotón, y bien pudiéramos aplacar el hambre antes de ir á saludar al príncipe, porque la mesa de éste, aunque cubierta de brocado y plata, no es gran cosa para gentes de mi apetito, ni Su Alteza tiene la menor simpatía por sus superiores.... ¿Sus superiores? En la mesa y con el tenedor en la mano, quiero decir.
Mientras llegaba el momento, los invitados entraban á saludar á los altos y poderosos señores del Consejo Ejecutivo y á los dos presidentes de la Cámara de diputados y del Senado, que vivían igualmente en el inmenso edificio.
Mirándola estaba con sus bellos ojos empañecidos de tristezas, cuando Desdicha la vino a saludar con expresivos arqueos y ronroneos apremiantes.
Vos, ¡don villano ruin!, le dije yo, ¿por qué no sois biencriado? ¿"Manténgaos Dios", me habéis de decir, como si fuese quienquiera? De allí adelante, de aquí acullá me quitaba el bonete y hablaba como debía. "¿Y no es buena manera de saludar un hombre a otro, dije yo, decirle que le mantenga Dios?"
Palabra del Dia
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