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Actualizado: 5 de julio de 2025
Un cuerpo humano se balanceaba lentamente ante el hueco de la ventana y de la parte exterior del muro. Pendía de una cuerda anudada al cuello y fija evidentemente por el otro extremo en la ventana del piso superior. Una atracción irresistible obligó á Roger á saltar del lecho y acercarse, á tiempo que la luz de la luna daba de lleno en el rostro del ahorcado.
El príncipe oyó voces encima de él. Castro y Spadoni se hablaban de ventana á ventana. La precoz belleza del día les había hecho saltar del lecho con misterioso aviso. Admiraban el cielo, sin un vapor que enturbiase las distancias. Las montañas habían adquirido un relieve extraordinario: parecían más grandes y más próximas.
Su orgullo no le permitía desprestigiar la casa, poniéndoles un artesón de bazofia para que se hartaran; y afrontando despechada el conflicto, decía para su sayo cosas que habrían hecho saltar a toda la curia eclesiástica. «No sé lo que se figura este heliogábalo... cree que mi casa es la posada del Peine. Después que él me come un codo, trae a su compinche para que me coma el otro.
En dos ocasiones lograron encerrarlo en un círculo, y otras tantas logró escapar, forzando el cerco. Un momento pareció como rendido de fatiga y de dolor, al caer de costado por querer saltar de un árbol a otro, siguiendo el camino de las ardillas. El lacayo de M. L'Ambert lanzose veloz sobre él, alcanzolo en pocos saltos y lo agarró por la cola.
Cada uno hizo saltar las monedas en su bolsillo y acarició ardientemente las esperanzas ciertas, la dicha contante y sonante que habían embolsado.
El Magistral recordó la dulcísima hipótesis que había acariciado algún día... y ahora se oponía esta otra que le hacía saltar dentro del cajón de celosías: supongamos que sueña con... ese caballero». Salió de la capilla furioso, sin disimularlo apenas.
Cortado en su paso por una roca pulida que se levanta en medio de sus cascaditas, los vemos saltar por todas partes; unos bastante fuertes para arrastrar las piedras y otros tan débiles que apenas pueden descubrir las raíces del césped.
Yo, a bailar un tango o una-guaracha, mi queridín respondió, y diciendo y haciendo comenzó a saltar por la sala dando las castañetas hasta que se le cayó el sombrero y quedó al aire la piedra de lavar que tenía por cabeza. Los socios se tiraban por los divanes, de risa. Peña dejó escapar algunas frases de desprecio, y se retiró amoscado y desabrido.
Butrón, un cigarro dijo, y con el aplomo de un veterano, de repente, sin preámbulos, hizo estallar esta bomba: Está nombrada la camarera mayor de Palacio. La sorpresa hizo saltar de sus asientos a damas y caballeros, y desapareció como por ensalmo la jaqueca de la duquesa. ¿Quién es?... Pero ¿quién podía ser?...
Y quan triste espectáculo y horrendo Se me ofrece á la vista! ó caso estraño! Caliente sangre baña todo el suelo: Cuerpos muertos ocupan plaza y calles: Dentro quiero saltar y verlo todo. Salta JUGURTA en la ciudad, y dice QUINTO FABIO.
Palabra del Dia
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