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Actualizado: 28 de junio de 2025
Hacía su carrera con lentitud, mas según los maldicientes del salón de Conferencias, era un joven serio y discreto, de pocas palabras, pero seguras, que acabaría por llegar a alguna parte.
María Teresa se excusó y salió precipitadamente. Algunos minutos después, la puerta del salón se abría, para dar paso al señor Aubry, sostenido por sus dos hijos. Estaba muy pálido; se dejó caer pesadamente sobre un sofá; luego, a Martholl le dijo: Discúlpeme de presentarme en esta triste figura... me he desvanecido en la fábrica y han tenido que traerme en coche como un bulto.
Refiérome á D. Manuel Álvarez, llamado comúnmente el Griego, hijo también de Salamanca y autor de las cinco hermosas estatuas de la Fuente de Apolo y las Cuatro Estaciones que embellecen el Salón del Prado de esta coronada villa..... Pues bien: los tales bustos fueron derribados y destruídos en no sé qué asonada popular, sin consideración alguna á su mérito artístico..... ¡Y, sin embargo, todavía hay artistas que no son reaccionarios!
¡Allí, en el Ministerio, se daba un corte bárbaro, y aún me parece ver su figurita, que parecía recortada de una caja de fósforos! Con paso reposado medía, contoneándose, el ancho corredor, mientras yo estaba de facción en la puerta del salón de espera, casi al lado de la ventanilla correspondiente a la Mesa de Entradas y Salidas.
La patrulla, al escucharlas, se precipitó hacia la puerta del café, y entró por ella tumultuosamente. El salón estaba desierto. Allá en el fondo, al lado del mostrador, se vela a tres o cuatro mozos con su delantal blanco, rodeando a un hombre que estaba tirado más que sentado sobre una silla.
No había más santos en el salón ni otra cosa que revelase la morada de un mitrado. El Ilustrísimo Señor don Fortunato Camoirán, Obispo de Vetusta, dejaba al Provisor gobernar la diócesis a su antojo; pero en su salón no había de tocar.
Si el ojo cambia de lugar, la columna se presentará en otro punto; de manera que si suponemos que el ojo da vuelta al rededor de la columna, esta se irá presentando sucesivamente en todos los puntos de todas las paredes del salon.
Diez minutos después, cuando Amaury entró en el salón, el conde de Mengis fijó en él su mirada compasiva y dijo a su mujer que reparase en los ojos enrojecidos del joven.
Al llegar al salón se unieron á los tres varones que escuchaban inmóviles y apenas Elena hubo lanzado la última nota de su romanza, el italiano empezó á aplaudir y á dar gritos de entusiasmo. Canterac y el oficinista, por no ser menos, prorrumpieron igualmente en manifestaciones de admiración, expresándolas cada uno con arreglo á su carácter.
El invernáculo era otro gran salón de cúpula, ofreciendo magnífico conjunto de enormes jarrones azules realzados por adornos de oro, dobles cajas de plantas, estatuas medio ocultas bajo el ramaje, divanes rodeados de taburetes, y banquillos esparcidos bajo los grandes abanicos de las palmeras, de los bejucos colgantes con sus pálidas flores color de cera, y de las hojas barnizadas y espesas corolas blancas de las magnolias.
Palabra del Dia
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