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Actualizado: 3 de junio de 2025


Colgado de la pared, admirable incensario de plata velaba el ambiente con nebuloso sahumerio. La dama se incorporó con un grito de espanto y Ramiro cerró de nuevo la puerta. Un rato después el Canónigo le mandaba decir con un paje que volviera pasado el toque de oraciones. Le recibió en una sala contigua a su oratorio.

El sahumerio le perdonaríamos respondió el estudiante. Y Cortado prosiguió, diciendo: Cuanto más, que cartas de descomunión hay, paulinas, y buena diligencia, que es madre de la buena ventura; aunque, a la verdad, no quisiera yo ser el llevador de tal bolsa, porque si es que vuesa merced tiene alguna orden sacra, parecermehía a que había cometido algún grande incesto, o sacrilegio.

Después del sahumerio, Fortunata entró a ver a Mauricia, a quien encontró muy mal, en un estado de decaimiento y postración muy visibles. El médico, que llegó entonces, la examinó detenidamente, observando hinchazón en las piernas y en el vientre. La parálisis agitante crecía de una manera aterradora.

Bajaron algunos peldaños y la anciana silbó junto a él. Oyose entonces un cerrojo que caía y el rechinar de la puerta. Tenue resplandor embebió el lienzo que llevaba sobre los ojos y un fuerte sahumerio embriagó su sentido. Desceñida la venda por los dedos de la mujer, hallose en árabe estancia con azulejos en las paredes y techo de maderos entrelazados.

Sobrecielos de tela de oro y brocatel, que hacinaban polvo y telaraña en sus pliegues antiguos, ornaban los lechos hereditarios roídos por la carcoma. Las ventanas se abrían rara vez; pero ricos pebeteros de plata disimulaban el hedor hongoso y ratonil con su incesante sahumerio.

Un solo ciprés, harto anciano, erguía en aquel paraje su obscura aspiración; y, en el centro, una alberca reflejaba, con quietud hipnótica, la tristeza del árbol, el hilo de sahumerio, las nubes, las constelaciones, y, a veces, también: la luna; tan precisa, tan clara, que Aixa, quitándose de los cabellos su almadraba de gemas redondas, hundíala con sagrado gesto en el agua, y luego, como si creyera haber apresado aquella curva diadema que al menor contacto se desgranaba en infinitos fragmentos, llevábase la red a la boca y gemía de un modo apasionado, tembloroso, incomprensible, mientras sus empapadas sortijas relucían en la penumbra.

En el sahumerio a «la familia del prócer», se elevó hasta lo épico; tanto, que no acertaba a bajarse. Pero bajó, aunque maltrecho y desvanecido; y sentose, con aplauso de todos los circunstantes. Y llegó el instante que esperaba el marqués, buen rato hacía, con nerviosa ansiedad.

Sus lacras, sus deformidades y sus vicios. ¿Puede, en buena justicia, y aunque pudiera, aspirar al pleno y singular dominio y usufructo de esta mi «lozana y exuberante juventud», como dijo de ella nuestro poeta Aljófar en su anteúltimo sahumerio? ¡Oh!, sobre estas materias, ni él ni yo podemos llamarnos nunca a engaño, por muy recio que truene.

Después propuso a su compañera que echase el sahumerio, y ella lo hizo de buena gana, pues el humazo saneaba y aromatizaba la pobre habitación.

-Del sahumerio os hago gracia -dijo don Quijote-; dádselos en reales, que con eso me contento; y mirad que lo cumpláis como lo habéis jurado; si no, por el mismo juramento os juro de volver a buscaros y a castigaros, y que os tengo de hallar, aunque os escondáis más que una lagartija.

Palabra del Dia

lanterna

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