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Actualizado: 31 de mayo de 2025
El sahumerio le perdonaríamos respondió el estudiante. Y Cortado prosiguió, diciendo: Cuanto más, que cartas de descomunión hay, paulinas, y buena diligencia, que es madre de la buena ventura; aunque, a la verdad, no quisiera yo ser el llevador de tal bolsa, porque si es que vuesa merced tiene alguna orden sacra, parecermehía a mí que había cometido algún grande incesto, o sacrilegio.
Sí es, sí es; lo sé yo; ¿no ve usted que es el amo del cotarro, el presidente de las Paulinas?... Entre usted, entre usted, so bandido... y verá usted con qué arma digna de usted le aplasto los cascos.... Calma, calma, amigo mío; yo me basto y me sobro para despedir con buenos modos a estos señores.
Se la vio en casa de Vegallana y en las Paulinas, en el Vivero y en el Catecismo, en el teatro y en el sermón. Casi todos los días tenían ocasión de hablar con ella, en sus respectivos círculos, el Magistral y don Álvaro, y a veces uno y otro en el mundo y uno y otro en el templo; lugares había en que Ana ignoraba si estaba allí en cuanto mujer devota o en cuanto mujer de sociedad.
Ha ido esta tarde dos veces a Palacio, una vez a casa del Arcipreste, otra a casa de Carraspique, otra a casa de Páez, otra a casa del Chato, dos a la Catedral, dos a la Santa Obra, una vez a las Paulinas, otra... ¡qué sé yo! Está muerta la pobre. ¿Y a qué ha ido? contestó De Pas al segundo trueno. Pausa solemne.
La fama bien sentada de hereje que había conquistado en los últimos tiempos el buen don Santos, retraía a muchas almas piadosas que de buen grado le hubieran socorrido. Y solamente las Paulinas fueron osadas a acercarse al lecho del vejete para ofrecerle los auxilios materiales de la sociedad y los espirituales de la Iglesia.
Y don Pompeyo se colocó delante de la cortina de percal para cortar el paso al obispo-madre. ¿Quién va? ¿quién va? gritó desde dentro Barinaga ronco y jadeante. Son las Paulinas respondió Guimarán. ¡Rayos y truenos! fuera de mi casa.... ¿No tiene usted una escoba, don Pompeyo? Fuego en ellas... infames... ¿y no anda ahí un cura también?...
Y del confesonario nada quiero decir; y de la Junta de las Paulinas tampoco; y de las niñas del Catecismo... chitón, porque más vale no hablar; y de la Corte de María... pasemos a otro asunto. En fin, que no hay por dónde cogerlo. Esta es la verdad, la pura verdad: y el día que haya en España un gobierno medio liberal siquiera, ese hombre saldrá de aquí con la sotana entre piernas. He dicho.
De cuantas ocupaciones le imponía la vida devota, esta era la que más le agradaba. El verano robaba gran parte del contingente de aquellos ejércitos piadosos del Corazón de Jesús, la Corte de María, el Catecismo, las Paulinas y demás instituciones análogas; muchas señoras iban a baños o a la aldea.
Palabra del Dia
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