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Actualizado: 20 de julio de 2025
»Sin detenerme a sacarla de él con explicaciones que no eran del caso... ni muy fáciles de dar, salí del gabinete y me encerré en el mío... ¡a batallar de nuevo contra vestigios y fantasmas!... ¡Ociosas y bien excusadas mortificaciones!... »Sagrario, Leticia, mi madre, Pepe Guzmán, todos mis «dulces enemigos» estaban complacidos ya. Ya estaba extendida mi respectiva patente de corso.
Al día siguiente, cuando le vió en la calle, le pareció aún mejor y le saludó afectuosamente. Manolo Uceda respondió al saludo con agrado, y algunos días después, con ocasión de cierta fiesta con música al aire libre, se aventuró á dirigirle la palabra, á acompañarla y, lo que es aún más, á sacarla á bailar. Este último obsequio puso corona inmarcesible á la gratitud de Soledad.
Pensaba Emma, al verse renacer en aquellos pálidos verdores, que era ella una delicada planta de invernadero, y que el bestia de su marido y todos los demás bestias de la casa, querrían sacarla de su estufa y transplantarla al aire libre, en cuanto tuvieran noticia de tal renacimiento.
Mi amigo quería sacarla de los sucesos de la vida de cierta dama que ambos hemos conocido y tratado con alguna intimidad, y quería probar su tesis y la verdad trascendente del refrán que dice: genio y figura, hasta la sepultura.
El triste, que procura de la tienda Librar lo que ha ganado con trabajo, Perece con su mísera hacienda, Quedando por sacarla de debajo. Muy larga se le hace aquí la senda Al que es gordo y pesado, y tiene bajo; Que el mas suelto y ligero mas corria, Y de su ligereza se valía.
Aquel sueño indiferente y sublime era un arma poderosa de que no convenía desprenderse. Ella, sin decírselo hasta que llegase la ocasión oportuna, guiaría a su hermana sin sacarla del poético sonambulismo.
Pugnaba yo por entrar cuando vi cerca de mí a Presentación, que estrujada por espaldas y hombros muy robustos, mostraba gran aflicción y pesadumbre de haberse metido en tal fregado. Las otras dos y D. Paco no estaban allí. Al punto acudí a sacarla de apreturas, y al reconocerme se alegró mucho y me dio las gracias. ¿Dónde están las otras dos y D. Paco? le pregunté.
Ella también saldría, pues sólo estaba allí por equivocación; pronto se habían de ver claras las cosas, y el asno de su marido vendría a pedirle perdón y a sacarla de aquel encierro. Sor Marcela, Sor Antonia, la Superiora y las demás madres mostráronse muy afables con ella, asegurando que era de las recogidas que les habían dado menos que hacer.
13 Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; 15 La mujer le dice: Señor, dame esta agua, para que no tenga sed, ni venga acá a sacarla. 16 Jesús le dice: Ve, llama a tu marido, y ven acá. 17 Respondió la mujer, y le dijo: No tengo marido. Le dice Jesús: Bien has dicho: No tengo marido;
Al pensar en su madrastra se le puso la carne de gallina. Fuese porque tal pensamiento le privara repentinamente de las fuerzas, o porque nunca las hubiera tenido muy hercúleas, es lo cierto que al sacarla de la cuna, sin saber cómo la niña se le deslizó de los brazos, y cayó dando un fuerte porrazo con la barba en la barandilla. ¡Oh Dios clemente! ¿qué pasó allí?
Palabra del Dia
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