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»DON LUIS. Ruegoos detēgais la vuestra en igual proposito. Assi advertis las circunstancias, como si del todo estuvierades cierto de mi gusto. Sabed, que es diferente del que suponeis, porque de ninguna forma determino sea de Santo la que escriviere. Y si bien carecera del arte terenciana, porque la ignoro, con todo quisiera no se hallara tan distante de lo verisimil y propio, como es anteponer la historia á la fabula, alma de la comedia. Puedē pues caer los avisos sobre igual assunto, ahorrando los q

Empiezanla PEDRO ALVAREZ, y el LEON. Nunca menos con afan He caminado camino, Y segun que yo imagino, No está muy lexos Oran: Gracias te doy, Rey divino. Virgen pura, á vos alabo, Y ruegoos lleveis al cabo Tan estraña caridad, Que si me dais libertad, Prometo seros esclavo. Entrase. Sale OCASION y NECESIDAD.

De como Miguel de Cervantes supo lo que le bastó para meterse en una aventura de más empeño que la más atrevida en que osó meterse cualquiera de los Doce Pares. Ruegoos, amigos míos, dijo doña Guiomar, me perdonéis si tan largo rato he estado apartada de vosotros, que gran causa ha habido para ello. Y refirioles a seguida lo que el familiar de la Inquisición había ido a decirla.

Comió y bebió el ermitaño con tan buen humor como el dia ántes; y dirigiéndose luego al criado viejo que no quitaba la vista de uno y otro porque no hurtaran nada, y que les daba priesa para que se fuesen, le dió las dos monedas de oro que habia recibido aquella mañana, y agradeciéndole su cortesía, añadió: Ruégoos que me permitais hablar con vuestro amo.

No por Dios, dijo doña Guiomar, tomando la medalla que el familiar la daba y poniéndosela al cuello, que no quiero yo que por seáis idólatra y os condenéis; tanto más, cuanto que yo no podría corresponderos, porque aborrezco el amor, principio y causa de todas las malas aventuras que a la mujer la avienen; y porque es ya tarde y el sueño me pesa en los ojos, y porque veo que la Santa Inquisición está ya, en vos, convencida de que yo aliento buena y vieja sangre católica, apostólica, romana, sin que haya en ella la más mínima partícula no limpia, ruégoos os vayáis, y si quisiereis volver a verme, lugar habrá en hora no tan incómoda y más conveniente para mi recato.

Entendia algo la lengua egipcia, y le dixo en este idioma: Si teneis humanidad, ruégoos que respeteis la flaqueza y la hermosura. ¿Cómo agraviáis un dechado de perfecciones de la naturaleza, postrado á vuestras plantas, sin mas defensa que sus lágrimas? Ha, ha, le dixo el hombre colérico: ¿con que tambien la quieres? pues en me voy á vengar.

Ingrato sería yo para con Dios, dijo Cervantes, si no le bendijese por haberme traído al mundo para este momento de suprema ventura, señora mía; y ruégoos que os soseguéis y me escuchéis, que cuando me hubiereis oído, bien yo que razones hayaréis en lo que veis y os enoja, más para estimarme que para reprenderme y despreciarme; y porque este no es lugar decente para vos, dejadme os ruego que a algún aposento de esta casa pasemos, donde en compañía de esta doncella, con la cual me habéis encontrado, me oigáis, y la oigáis a ella, y sepáis que no traidor para con vos he sido, sino compasivo y cristiano para con una gran desventura, con la cual, para ventura mía a lo que presumo, me he encontrado.