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Actualizado: 15 de junio de 2025


Un portazo o un salto ligero entre la hierba interrumpía de vez en cuando el silencio monótono que reinaba en aquel solitario lugar: era una cabra, que acudía a rumiar al resguardo del viento. Al verme se detenía absorta, y quedábase plantada ante , con aire vivaracho, los cuernos en alto, contemplándome con ojos juveniles...

Emma, que en algún tiempo había desdeñado, no sin coquetería, la adoración de sus primos y tíos pues también tenía tíos apasionados ahora, es decir, después de haber perdido la flor de la hermosura, sobre todo la lozanía, por culpa del mal parto, gozábase en recordar los antiguos despreciados triunfos del amor, y quería rumiar las impresiones deliciosas de aquella adoración pretérita.

La imagen de su propia madre surgió en la imaginación de Melchor, al rumiar mentalmente las últimas palabras y después de una breve pausa, en que su espíritu quedó suspenso y absorto como ante un abismo, continuó en sus meditaciones: ...¿Y por qué no ha de haber muchas como ella?... ¿Qué maldita forma de perversidad nos impulsa a pensar mal, dando un asidero al desconcepto, al prejuicio... a la calumnia misma... que casi nunca ofrecemos al elogio... al aplauso... Oímos decir que se juega y nos inclinamos a creer que juegan todos... sabemos que se miente y nos sentimos dispuestos a considerar mentiroso a todo el mundo... ¡pero, por qué, señor!... nos encontramos con un caso de adulterio... y... Por otra parte, siempre habrá quien mienta... quien engañe... pero la virtud no muere... ni la fidelidad... ¡porque no puede morir el afecto... porque no puede morir el amor!...

Al día siguiente, después de rumiar mucho aquel encuentro extraño, el pastorcillo llegóse al palacio de su aldea a tiempo que la tarde caía, y pidiendo hablar al señorito, le disparó este discurso: Que ayer vide a la niña de esta casa llorando y sola por las mieses y llamándole a usté.... Y que digo yo que iba muy desmelená y con el hábito rompido....

Mientras recibieron lo que su educación costaba, no pensaron en averiguaciones: tal vez de hacerlas hubieran tenido que rechazarla; pero apenas empezó a serles gravosa comenzaron a rumiar ideas de desconfianza y a sentir un recelo muy parecido al miedo.

Su inteligencia es lenta en la comprension de las cosas y carece de la soltura y ardentía que provienen de la imaginacion. Pero él sabe rumiar una idea, revolverla, pesarla y digerirla con calma y malicia, y acaba siempre por trazarse un plan en cuya ejecucion persiste con invencible tenacidad.

Así, la juventud pobre que quiere avanzar y hacer carrera y se siente animada por las mas generosas inspiraciones, vegeta en realidad, reducida á rumiar ensayos literarios, perorar en los cafés, mantener justas especulativas en los círculos literarios y gastar su vigorosa naturaleza de un modo estéril.

Los cañones de largo alcance seguían tirando sobre la capital; casi todas las semanas, escuadrillas de aviones alemanes hacían una excursión nocturna sobre ella, arrojando explosivos. Tal viaje ofrecía el aliciente de la emoción y del peligro á este solitario, atormentado en su robustez por una existencia inmóvil y monótona, sin otra novedad que el rumiar de nuevo sus recuerdos.

El coronel se sentaba con mucha seriedad y sacaba del bolsillo un gran rábano negro; después la joven señorita que lo acompañaba, con todas las trazas de una alemana, de falda corta, chal de cenefa y sombrerito de viaje, cortaba ese rábano en rodajas muy finas, al estilo de la tierra, las espolvoreaba de sal, se las ofrecía a su tío, como ella le llamaba con su vocecita de ratón, y los dos empezaban a rumiar uno frente a otro, tranquila y sencillamente, sin suponer que su manera de conducirse en París pudiera parecer a nadie ridícula, puesto que no hacían ni más ni menos que lo que habían hecho en Munich.

Se arrimó á una empalizada y se puso á rumiar sus desengaños, cuando oyó cerca rumor de conversación. Las ventanas del salón de tablas donde la boda se celebraba abrían hacia aquel sitio. Ocultóse en la sombra y acercóse cuanto pudo á ellas para escuchar, no tanto por curiosidad como por la esperanza de percibir la voz de su adorada.

Palabra del Dia

rigoleto

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