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¡Eh! gritó la Renca . , la Pinta, que este señorito te convida. La Pinta, ruborizada, se excusó. La Piernavieja insistió en balde. Y eso de la Pinta, ¿es mote? pregunté. Quia; es su verdadero nombre. Se llama así, Angustias Pinto. También es capricho conservar la filiación natural en este negocio. Es una simple que no sirve pal caso.

Confusa y ruborizada, Bettina llamó en su ayuda a su hermana, que tuvo gran trabajo para volver a poner las cosas en orden. Cuando quedó así reparada la catástrofe nadie pudo impedir a Bettina que se precipitara sobre los platos, cuchillos y tenedores. Pero, señor le decía a Juan, yo muy bien poner la mesa.

Desde los coches á los balcones entablábanse animados diálogos, cambiábanse requiebros por donaires, confites por sonrisas; arrojábanse sonoros besos que, en alas del viento, iban á posarse tímidamente sobre alguna tersa mejilla ruborizada.

Su esposa invitó al joven forastero a sentarse en el puesto vecino al de Cecilia. Pero ésta se había pasado al otro extremo de la mesa, y allí se disponía a sentarse. ¿Qué haces, chica? ¿Por qué no vienes a tu sitio? le preguntó doña Paula con sorpresa. La joven se levantó sin contestar, ruborizada, y vino a sentarse al lado de su novio.

Estaban en este momento en una preciosa calle de frondosos árboles, lejos de todas las miradas. Mauricio rodeó con el brazo el talle de su joven esposa y la atrajo hacia . Herminia, ruborizada, bajó sus hermosos párpados y con un movimiento de gracioso abandono, apoyó la cabeza en el hombro de Mauricio....

Una de ellas, más intrépida, se apoderó de los cordones de la cortina y tiró de ellos con fuerza. La cortina, al correrse, lanzó también un chirrido de escándalo. Todavía escuché pasos precipitados y rumor de voces. Después, nada; se hizo el silencio. Mi esposa, riendo a carcajadas y ruborizada al mismo tiempo, me cogió de la mano y me sacó de la habitación.

La niña ruborizada y confusa exclamó con voz débil: ¡Como hasta ahora me había ayudado!... «Mi queridísima hermana: escribía Miguel a Julia Me preguntas por qué permanezco tanto tiempo en este pueblecillo, y supones, infundadamente, que pasaré la mayor parte en San Sebastián.

Cuando quedaron solos, Esperancita, asustada de aquel testimonio de interés que había dado a Castro, se apresuró a disculparse ruborizada. La verdad es que no me acordaba de que lo tenía comprometido con León.... Y como ya había tomado el brazo de usted ... y además el conde baila de un modo que me fatiga mucho.... Pepe Castro no abusó de su triunfo; se manifestó modesto y sumiso.

No mucho; unas veinte hojas en un sobre. Entonces busque usted un momento favorable para poner el sobre en este libro, y hágame una seña para que yo lo busque en seguida y no caiga en otras manos... Estaba yo ruborizada y temblorosa por tener que recurrir a semejantes astucias, y casi me despreciaba al ver que se me ocurrían como si el alma invisible de Luciana me las inspirase.

Era hombre mozo, muy cortés y muy galán, ¿verdad, Nuncia?... A me parece que te hizo algunas carantoñas... Nuncita bajó los ojos ruborizada. ¿Quién se acuerda de eso ya? Era muy enamoradizo prosiguió Carmelita; pero al mismo tiempo bien criado y bien entendido... ¿Enamoradizo dijiste? Justo, no puede ser otro que Velázquez.