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Actualizado: 16 de junio de 2025


La niña, sin decir nada, volvió a tomar mi brazo. Caminamos un buen pedazo en silencio. Yo iba pensando ansiosamente en lo que iba a decir y en lo que iba a hacer, sobre todo en lo que iba a hacer. Al fin, Teresa lo rompió, preguntándome resueltamente: ¿No me dijo V. por carta que me quería? ¡Pues ya lo creo que la quiero a V.!

Pues toma dijo el del lecho esos tomines, e la Magdalena vos guíe. Allí rompió la nema y leyó esto que sigue: "Al follón, al ruin, al asendereado e más molido de todos los escuderos. "Vos vide fuir al cantar el gallo, e entendí el son del bataneo que vos ficieron en los lomos; abollados se os mantengan.

No, se llevará de casa. Pero es indispensable buscar otra cosa, para lo cual no dudo que necesitáreis mucho dinero. ¿Qué cosa, señora? Un veneno que mate como un rayo. Y al decir estas palabras Dorotea, se cubrió el rostro con las manos y rompio á llorar. ¡Un veneno, señora! exclamó aterrado el cocinero ; ¡un veneno! ¿y para qué le queréis?

La alegre algazara del salón llegaba a sus oídos, y poco a poco fuese levantado su pechito, hinchóse su garganta y rompió a llorar amargamente, en silencio, sin sollozos, sin suspiros, como lloran los que tienen en el corazón el manantial de sus lágrimas.

El estudiantillo avispado dijo: Murmullos de aprobación. Y a todo esto, Belarmino sin entrar en situación, ausente en remotos limbos del pensamiento. Una voz metálica, ronquecina, nasal, gangosa, de beodo o de fonógrafo, rompió a decir: «Está el que come ante el Diccionario, en el tole tole, hasta el tas, tas, tas

Reclinó su cabeza en el hombro del espada, y así permaneció, como si en tal posición fuese a dormirse de entusiasmo. Los empujones de Gallardo y los tirones de los amigos libraron al espada de este abrazo interminable. El borracho, al verse separado de su ídolo, rompió en gritos de entusiasmo. ¡Olé los hombres!

Entonces, le dije al fin levantándome creo que lo más discreto es que no vuelva más a verla. Creo lo mismo me respondió. Pero no me moví. ¿Nunca más? añadí. No, nunca... como usted quiera rompió en un sollozo, mientras dos lágrimas vencidas rodaban por sus mejillas. Al acercarme se llevó las manos a la cara, y apenas sintió mi contacto se estremeció violentamente y rompió en sollozos.

Toma las llaves de mi escritorio, que están ahí en el chaleco, abre el segundo cajón de la izquierda y saca un crucifijo de plata que hay en él... y tráemelo. Aquí está dijo presentándoselo a los pocos instantes colgando de un pedazo de cordón. Este crucifijo manifestó algo ruborizado me lo dio Maximina al separarnos: se me rompió el cordón, y esperando comprar otro, lo guardé en el escritorio.

Miguel, que se había ido poniendo cada vez más colorado, al llegar a este punto rompió a llorar, y se echó de bruces sobre la mesa. D. Bernardo sonrió satisfecho del triunfo obtenido por su oratoria. Doña Martina acudió inmediatamente a consolar al niño.

Las figuras de los remadores se levantaron acompasadamente sobre los bancos. Y la voz de los patrones gritando: ¡Hala avante! ¡hala duro! rompió con brío el silencio de la noche. Pero los tirones eran tan débiles con relación a la masa, que el buque apenas se movía.

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