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Actualizado: 27 de noviembre de 2025
No se atrevía Felipe a dar crédito a la realidad, y era realmente gracioso ver al pobre muchacho en el pináculo de la dicha comunicando sus impresiones de felicidad a dos censores tan adustos, a dos rivales tan formidables como Amaury de Leoville y Raúl de Mengis.
¿Qué había pasado en la habitación donde se encontraban los rivales de tapete? Don Fernando perdía una gran suma, y no teniendo ya prenda que jugar, se acordó del espléndido anillo de su esposa. La desgracia es inexorable. La valiosa alhaja lucía pocos minutos más tarde en el dedo anular del ganancioso marqués. Don Fernando se estremeció de vergüenza y remordimiento.
En la proa se elevaba el cochero, que en pesadez y gordura tenía por únicos rivales á las mulas, aunque éstas solían ser más racionales que él.
Los largos días vacíos, lejos de todo afecto, que pesan como plomo sobre los hombros, la carga aplastadora de las tinieblas durante las noches sin sueño, las adulaciones dictadas por la codicia, que suenan a falso y dan náuseas, los celos de rivales cuyo mutismo obstinado irrita: todo eso he conocido. En verdad, era duro el pan que comí en el extranjero, ¡y cuántas veces lo mojé con mis lágrimas!
Acaso sean estos resabios del Teatro romántico, en donde el protagonista, siempre noble, jarifo y apercibido á la pelea, derrotaba fácilmente á sus rivales; pero los hechos son así, y no hay para qué rebelarse contra el vigor todopoderoso de la costumbre.
La una de la madrugada. Me apresuro á sentarme en el vacío todavía caliente que me ofrece un banco del bulevar, adelantándome á otros rivales que también lo desean. Llevo cuatro horas de paseo incesante en la noche caliginosa. Sobre los tejados pasan las mangas blancas de los reflectores, regleteando de luz el ébano del cielo.
Y como su hijo era bajo é intrigante, he aquí que en la maraña en que ambos estaban enredados, debían encontrarse y se encontraron en aquella situación absurda, casa de una cortesana, y rivales en todo hasta respecto á la mujer que los miraba aterrada sin saber qué la sucedía.
No me dice nada, pero me empuja, me echa en brazos de los que debiera considerar como rivales...». Y esto era lo que ella quería que él pagase. ¿Cómo? Suponía la Gorgheggi que aunque él no estuviera ya enamorado, se creía querido todavía; y engañarle, arrojarse con ardor al vicio, al amor lucrativo; remachar los besos que vendía, era su venganza.
MÁXIMO. En lo esencial, claro es que no... ¿Pero quién te asegura que los rivales de nuestro amigo no nos molestarán con dificultades, con entorpecimientos de un orden secundario? De eso nos reiríamos. MÁXIMO. Pero riéndonos... debemos prevenir... MARQU
En la mañana del octavo día, vimos, lejos aun, cinco o seis pequeñas velas al norte y al oeste. Eran los prácticos, en sus pequeños y veloces yates, con los que se aventuran a veces hasta dos y trescientas millas de Nueva York, corriendo un verdadero steeple-chase en busca de navíos que conducir al puerto. Hay dos compañías rivales, felizmente, lo que explica esa solicitud.
Palabra del Dia
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