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Actualizado: 20 de junio de 2025


Todos esos sueños me importan poco y me río de ellos como del gran turco con su pipa y sus medias azules. Lo principal es vivir prevenidos, tener municiones, cañones y hombres; eso vale más que todos los sueños... ¿Se ríe usted de lo que digo, Juan Claudio?

En orillas opuestas ven tranquilamente precipitarse en medio de la corriente de la vida, en la que unos se han agitado y en la que los otros no sueñan en agitarse mañana. Un niño que sonríe en una cuna, que agita inconscientemente sus manecitas, que ríe o llora maquinalmente, es la manifestación más íntima, más pura de la ternura humana.

Me reduje, pues, a satisfacer las necesidades materiales, y no pudiendo vencer al hastío, le acepté con dignidad. En este estado, pues, me encontraba a las tres de la mañana, aquella en que las calles de Madrid estaban cubiertas de nieve. Salía yo de una de esas casas, donde todo es permitido, donde se ríe, se bebe, se habla libremente, se fuma y se está medio tendido y con el sombrero puesto.

Ya todo ha bajado al Prado dijo el Cojuelo , y no hay nada que ver en ella; tome vuesa merced su espejo; que otro día le enseñaremos en él el río de Manzanares , que se llama río porque se ríe de los que van a bañarse en él, no teniendo agua; que solamente tiene regada la arena, y pasa el verano de noche , como río navarrisco , siendo el más merendado y cenado de cuantos ríos hay en el mundo.

Porque la desgracia no te agarra... ¡Me agarra a cada rato! ¡Me ha agarrado mil veces! pero la desgracia se aburre conmigo. No te entiendo. ¡Pues es claro! La desgracia es como una persona seria que se fastidia en compañía de quien ríe constantemente. Lo difícil, lo imposible es eso; reír siempre... ¡Qué ha de ser difícil!

Balbuce fría y delira si la tortura mi mente; cuando ríe, sólo miente, como miente su lamento. Y es que en mi triste aislamiento mi alma ni goza ni siente. Hubo un tiempo... ¡y es verdad!... Pero ya aquel tiempo huyó, en que vate me llamó la indulgencia o la amistad.

Había abandonado sus ropas de jinete campestre y exhibía con satisfacción pueril los trajes con que le disfrazaba un sastre de la capital. La suerte de campos y ganados no le inspiraba inquietudes. Su fortuna, dirigida por Desnoyers, estaba en buenas manos. Este es muy serio decía en el comedor ante la familia reunida . Tan serio como yo... De éste no se ríe nadie.

¿Suicidio? Por ahí... Se ríe... Y que no diga que lo hace por no tener qué comer. Yo... aún puedo trabajar». Isidora, sin desplegar los labios, clavaba sus ojos en las ascuas de carbón sobre que se calentaban las planchas. Parecía que de aquel rescoldo ardiente y melancólico tomaba sus ideas.

Luego, en el curso de la conversación, suelto una necedad infantil, un chiste de colegio, que en Madrid me valdría una rechifla, y mi público ríe esta inocentada y la repite como una brillante manifestación de ingenio. Ojeda, recordando sus viajes por América, asintió a las palabras de su amigo.

El señorito, continuando en el tono de cómica gravedad, se encaraba con su aperador: Ríe, bigardo... ¡Mirad ustedes, qué satisfechote está de la envidia que le tienen los demás!

Palabra del Dia

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