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Actualizado: 16 de junio de 2025
El Doctor Antonio Genovard, Beneficiado en la Catedral. El Reverendo P. M. F. Miguel Barceló, Ministro que fue en el Convento de la Santísima Trinidad, habiendo sido Visitador y Definidor de la Provincia de Aragón. El P. F. Francisco Bennasser, Lector de Teología, Franciscano. A Mariana Cortés y Moyá, Viuda de Augustín Cortés mayor. El Doctor Nadal Rotger, Beneficiado en Santa Eulalia.
Para Ester, á juzgar por lo que ella podía ver, el Reverendo Arturo Dimmesdale no presentaba síntoma ninguno visible de un padecimiento real y profundo, excepto que, como Perla ya había notado, siempre se llevaba la mano al corazón. Á pesar de lo lentamente que caminaba el ministro, había éste pasado casi de largo, antes de que á Ester le hubiera sido posible hacerse oir y atraer su atención.
Los amigos más sensatos del Reverendo Arturo Dimmesdale, como ya hemos indicado, se imaginaban, muy fundadamente, que la mano de la Providencia había hecho todo esto con el objeto, demandado en tantas preces, así públicas como privadas, de restaurar la salud del joven ministro.
D. José Leon Dominguez, Capitan con grado de Teniente Coronel de los granaderos del mismo batallon; el Reverendo Padre Maestro Fray Ignacio Grela, del Orden de Predicadores; el Sr. D. Florencio Torrada, Teniente Coronel y Comandante del batallon de granaderos de Fernando VII; el Sr. Dr. D. Cosme Argerich, profesor de medicina; el Sr.
Era este erudito extranjero una persona ejemplar, por lo menos en cuanto á las formas externas de la religión, y poco después de su llegada á la colonia escogió al Reverendo Sr. Dimmesdale como guía espiritual.
En el interior de aquella embarcación se notaba un esmero y una limpieza raros, y no se veía nadie a bordo, a excepción de un fraile, grueso y rechoncho, que llevaba un hábito azul y una cuerda ceñida a la cintura; pero el reverendo parecía presa de la mayor inquietud y angustia; armado de un enorme anteojo, lo paseaba incesantemente sobre el espacio que separa Santa María de la isla de León, lanzando a intervalos exclamaciones, lamentos e invocaciones que hubieran enternecido a un corregidor.
Cuando el Hombre Negro ve á alguno de sus propios sirvientes, que tiene la marca y el sello suyo, y que se muestra tan cauteloso en no querer que se sepan los lazos que á él le ligan, como sucede con el Reverendo Sr.
Nunca se vió un ejemplo más hermoso de cómo la majestad y sabiduría de los años pueden hermanarse á la obediencia y respeto que una categoría social é inteligencia inferiores deben á una persona superior en esas cualidades. Pues bien, durante una conversación de unos pocos momentos entre el Reverendo Sr.
Ya sabe vm., querido Candido, que era muy bonitillo; creció mi hermosura con la edad, de suerte que el reverendo padre Croust, rector de la casa, me tomó mucho cariño, y me dió el hábito de novicio: poco despues me enviáron á Roma. El padre general necesitaba una leva de jesuitas alemanes mozos.
Fray Fernando Jesús de Arce era testarudo, y dijo en el primer momento que no acataba el mandato mientras no viniese del mismo Papa; pero su amigo, el comisario general, consiguió apaciguarlo, diciéndole: Padre reverendo, más vale maña que fuerza. Pues la cuestión ante todo es de amor propio, éste quedará a salvo acatando y no cumpliendo.
Palabra del Dia
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