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Actualizado: 21 de mayo de 2025
Mientras se despedía, yo había salido al balcón y allí me encontró Valentina que regresaba de saludarlo. Sabe, Julio me dijo, que lo noto muy triste y reservado conmigo hoy, ¿qué tiene? En efecto le contesté, como tomando una actitud resuelta. Estoy triste y reservado.... ¿Puedo yo saber la causa de su tristeza y el objeto de la reserva?....
Resuelta a hablar, y a hablar fuerte, una tarde que se hallaban todos reunidos en la habitación de Pilar, rodeando el sillón en que descansaba la enferma, abordó el tema de la testamentaría, quejándose de sus demoras y de aquella furia de vender que les había entrado; lanzó dos o tres saetazos dirigidos a Esteven con tanto acierto, que saltó el hombre descompuesto y con muy malos modos dijo que él no hacía sino lo que mandaba el juez, y que la culpa se la tenía él en haberse hecho cargo de tamaño lío.
Detrás de su voz quejumbrosa adivinó la resuelta voluntad de mantener á su lado á aquel joven que refrescaba sus sentimientos maternales y era á la vez un consuelo para el remordimiento que se había forjado. La consideración de su impotencia acabó por irritarle, haciéndole sentir un cruel deseo de molestar á aquella mujer. Haces mal, Alicia. El mundo ignora tu secreto.
La marquesa, que se había detenido en el umbral, paralizada del temor y respeto que aquel interior, no abierto en nueve años, le infundía, retrocedió un instante; tomó una de las dos lámparas que en el gabinete había, y resuelta, con devoción y ánimo, penetró en la habitación, cuya puerta de par en par abrió.
¡Ay! que antiguo está usted, Julio, por Dios; eso es un requiebro... Retírelo, por Dios... Y prorrumpió en una larga carcajada que me penetró en el pecho como un puñal. Valentina; ¿es cierto que usted se casará con don Camilo? le pregunté en voz baja, pero resuelta. Eh, todo puede ser, pero lo que es por ahora no lo pienso. Puede ser, ¿dice usted?... ¿Y por qué no?
LEONOR. Estoy resuelta; ya no hay felicidad, ni la quiero, en el mundo para mí; sólo morir apetezco. Acompáñame, Jimena. JIMENA. Estás temblando. LEONOR. Sí; tiemblo porque a ofender voy a Dios con pérfido juramento. JIMENA. ¿Qué decís? LEONOR. ¡Ay! Todavía delante de mí le tengo, y Dios, y el altar, y el mundo olvido cuando le veo.
Si presuponemos pues la extension del espacio como una cosa absoluta, y con respecto á ella pretendemos explicar las demás extensiones, nos hacemos la ilusion mas completa: se trata de explicar la extension en sí misma, la del espacio necesita ser explicada como las demás: presuponerla es dar por resuelta la cuestion que se ha de resolver.
¡No le decía yo, don Ricardo!... Conteste a mi pregunta, usted que la conoce perfectamente. Vea, don Ricardo, para qué le voy a decir una cosa por otra: la «Pampita» es una muchacha de mucha voluntad... ahora si usted la quiebra... puede que agarre... ¿Cree usted que esté firmemente resuelta a conservarse al lado del padre?...
Apenas oyó Paz el ruido de los pasos de Pepe, fue al despacho. No nos van a dejar solos más que unos minutos: Papá está concluyendo de vestirse: dime lo que hay, pronto. Me voy mañana. ¿No hay esperanza de evitarlo? Ninguna: mañana, sin falta. ¿Y tu madre? Todo ha sido inútil: se queda en el convento. ¿Y tu padre? Esta tarde le llevo a casa de mi amigo Millán. ¿Es cosa resuelta? Sí.
Al día siguiente doña Juana llamó á su confesor, y le dió parte de que había tenido una revelación, que para salvar del purgatorio á su esposo, se la había mandado recluirse durante un año, de tal manera, que no la viese persona viviente; que había prometido hacerlo y que estaba resuelta á cumplir su promesa.
Palabra del Dia
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