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Lo que en el pensamiento del duque había sido una excursioncita modesta, familiar, en el de su encopetada hija adquirió el carácter de un acontecimiento público, un viaje resonante y ostentoso que preocupó algunos días a la sociedad elegante. Salabert hizo poner un tren especial para sus convidados. Unos días antes había mandado los criados y las provisiones.

Ya sabes que le tengo bien aprendido en la memoria... El hombrazo se revolvió en su banco gruñendo un poco, y dijo al fin, con voz cavernosa y resonante: En ese que llamas pasaporte no hay cosa que me agravie, y puede estamparse siempre a la misma luz del sol: bien lo sabes . ¡Pero cuidado con el retintín! porque hay bocas que hasta el mismo «Credo» de la misa hacen sonar a lo que no es...

El ruido de los carros, de los escuadrones que a todas horas entraban y salían por sus puertas, de las máquinas de guerra, el gozoso rumor que se elevaba de sus talleres, donde fabricaban la inmensa variedad de artefactos que exigía su refinada cultura, la hacían bulliciosa y resonante.

Nadie de los seis sabe una palabra de esas cosas; pero el señor de Provedaño sabe de memoria libracos enteros, y enjareta en voz alta y resonante medio poema del Mio Cid. Como si callara. El hombre no chista, ni siquiera presta atención.

Los dos enamorados gozaban de la más completa libertad y se iban solos de paseo por aquellos vericuetos y andurriales; ya por la orilla del resonante mar; ya por los encinares y olivares que vestían aquellos alcores; ya por los verjeles, sotos y alamedas del valle, regado por un riachuelo cristalino.

Pasábamos la noche en una buena fonda que allí había, donde nunca faltaba gente alegre que jugaba a los naipes y cenaba ya tarde. También se solía bailar cuando había mujeres. Aquel sitio era delicioso. El fresco y abundante caudal de agua cristalina que traía un riachuelo se lanzaba desde la altura de unos cuantos metros y formaba una cascada espumosa y resonante.

Los personajes que entonces crea, exuberantes de vida poética, con cierta poesía salina y acre, tienen no qué grandiosidad y fiereza primitiva, crecida y educada con los arrullos y las tremendas caricias del mar resonante. Tremontorio y el Tuerto, el Lebrato y el Josco, son figuras de tal potencia y resalto, que en vano se les buscaría competidores aun dentro de las obras mismas de Pereda.

El P. Gil se dirigió a la puerta, pero cuando ya iba a trasponerla, D. Martín le gritó como si estuviese al frente de un batallón: ¡Alto! Hubo silencio embarazoso. El semblante de Osuna expresó malestar y vacilación. Nada, nada siguió el feroz inválido con su voz resonante de barba de teatro, no es usted hombre de honor, no tiene usted pizca de vergüenza si deja sin correctivo la ofensa.

De la piedra se alza Ataide conmovido y macilento, y sobre su res se inclina, cuando un cavernoso estruendo, atronador, formidable, indescriptible, siniestro, voz pavorosa de muerte, que áun resonante á lo léjos hiela la sangre de espanto, pone de punta el cabello, retemblar haciendo al soto despierta aterrado al eco. ¡Ah! ¡el leon!