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Actualizado: 28 de junio de 2025
Anda a jugar al patio decía la madre. Y el pequeño salía inmediatamente triste y resignado, como obedeciendo una orden penosa. Don Andrés era el único que le alegraba con sus cuentos y sus paseos por los huertos, cogiendo flores para él, fabricándole flautas de caña. El fue quien se encargó de acompañarle a la escuela y de hacerse lenguas de su afición al estudio.
Resignado o no resignado con el fallo del público, dejó de escribir dramas y adoptó el noble papel de protector de autores y artistas desconocidos y de empresas arruinadas. El joven provinciano que llegase a Madrid con un drama en el bolsillo, no podía emprender camino mejor para verlo representado que el de la casa de D. Jerónimo. Todo lo acogía con los brazos abiertos, malo y bueno.
El náufrago, acostumbrado antes á la tempestad, sostenido por su débil esquife, se adormía al bramar de las olas, le era indiferente que éstas le llevasen acá ó allá, estaba seguro de que un día le tragaría el mar, y estaba resignado.
Te amo, Sagrario continuó Gabriel . Desde que te vi volver a casa, arrostrando con el valor resignado de la víctima la odiosa curiosidad de las gentes, me interesé por ti. He pasado semanas y meses junto a tu máquina viendo cómo trabajabas. Te estudiaba: leía en ti.
Me dieron ganas de morir, un deseo vago y dulce de morir, que entonces, como ahora, surge en mi corazón, no solamente en momentos de angustia, sino también cuando me considero feliz: grata inclinación al suicidio, en la cual no he parado mientes hasta después de cumplir los treinta años, y, que, como digo para mí, riendo tristemente, es la nota trágica de mi carácter, de este carácter mío, llevadero, resignado, benévolo y complaciente.
El hombre, efectivamente, se contenta muchas veces con las cosas tales cuales las encuentra, por no darse a buscar otras, como se figura acaso difícil encontrarlas; una vez resignado por pereza, se aficiona por costumbre a lo que tiene y le rodea; y una vez acostumbrado, tiene la bondad de llamar constancia a lo que es en él casi naturaleza.
Finalmente murió en el hospital, resignado con su suerte, convencido de que la existencia nada vale sin manzanilla y sin toros, y su última mirada de amor y de agradecimiento fue para su mujer, como si le gritase con los ojos: «¡Olé! ¡la primera hembra del mundo!...»
Mientras caminábamos hacia él, el señor Paco me dijo con acento triste y resignado: Aquellos señores se han quedado riendo de mi... Bueno; algún día se arrepentirán de esa risa y se llamarán borricos a sí mismos... ¡Si yo pudiese hablar!... Pero no está lejano el día en que vendrán los más altos personajes a pedirme de rodillas que les revele mi secreto...
A pesar de su turbación, Montiño notó que Dorotea estaba llorosa, muy pálida, y visiblemente enferma. Sobre una mesa había mucho dinero en oro. Tomad de aquí lo que necesitéis para una buena merienda para dos personas dijo Dorotea. Montiño, que iba resignado, contestó: ¿Cómo queréis que sea esa merienda, señora? Como pudiera serlo para el rey. ¿Con vinos y licores?
No hay que decir que la lavanderilla se asustó y afligió con esto, resignándose a no dormir, como a no comer se había ya resignado; y para distraer el hambre y el sueño se puso a registrar cuantos objetos había en la alcoba, llevando su curiosidad hasta levantar las colgaduras y los tapices.
Palabra del Dia
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