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Actualizado: 24 de junio de 2025
Pues mi caso y el de Luz no llegaría, ni con cien leguas, al menos cenagoso de estos casos. Las restantes máculas de la marquesa, ¿por qué no han de ser, no ya exageraciones, sino imposturas de las gentes? ¿No acaba mi padre de afirmar, con el piadoso fin de intimidarme, que hay un Madrid que hace y deshace famas y reputaciones?
Tengo para mí que en todas partes se fabrican reputaciones como en Colonia, y que mas de cuatro hombres de Estado, publicistas, literatos, banqueros, artistas y otros personajes son los Juan María Farina apócrifos del gobierno, de la política, la literatura, el crédito, las bellas artes y ... sobre todo la teología.
La señora se aleja, vociferando y maldiciendo de los empleados, de su falta de educación, de su descortesía con las señoras, y jurando que les hará ajustar las cuentas, aunque tenga que perder un ojo de la cara. ¡Ya verán con su sobrino, noticiero de un diario de oposición y mozo que tiene una pluma que es un serrucho de reputaciones!
Tendió la vista por la sala y pudo contemplar, desde luego, el Madrid heterogéneo de siempre, en que la virtud y el vicio se mezclan en amigable consorcio, representando la historia eterna de la manzana podrida que comunica a las sanas su podredumbre y sus gusanos, sin tomar de ellas ni el sabor exquisito, ni la fragancia saludable; la indecorosa y dañina mescolanza de grandes nombres y grandes vergüenzas, honras sin tacha y reputaciones escandalosas, revestidas todas con el mismo brillante barniz de formas elegantísimas, barajadas y confundidas por el mismo apetito ciego de placeres, por los mismos impulsos necios de vanidad, por el mismo afán irresistible de sacudir el ocio, de distraer el tedio, espantosa y continua tentación de los grandes y de los ricos, que les arrastra a todas sus extravagancias y les lleva a todos sus extravíos.
Los mayores peligros de un corazon puro no estan en el brutal aliciente de las pasiones groseras sino en aquellos sentimientos que encantan por su delicadeza y seducen con su ternura; el miedo no entra en las almas nobles sino con el dictado de prudencia; la codicia no se introduce en los pechos generosos sino con el titulo de economía previsora; el orgullo se cobija bajo la sombra del amor de la propia dignidad, y del respeto debido á la posicion que se ocupa: la vanidad se proporciona sus pequeños goces, engañando al vanidoso con la urgente necesidad de conocer el juicio de los demas, para aprovecharse de la crítica; la venganza se disfraza con el manto de la justicia; el furor se apellida santa indignacion; la pereza invoca en su auxilio la necesidad del descanso; y la roedora envidia al destrozar reputaciones, al empeñarse en ofuscar con su aliento impuro los resplandores de un mérito eminente, habla de amor á la verdad, de imparcialidad, de lo mucho que conviene precaverse contra una admiracion ignorante ó un entusiasmo infantil.
Clotilde declaró que había muchas reputaciones usurpadas en el mundo y que una de ellas era la suya, pero que en esta ocasión creía estar en lo firme.
Luego que cobró don Juzaf la libertad empezó á quejarse de todos aquellos que con torcida intención i fuera de justicia lo habían llevado ante el rei, acumulándole varios delitos i destruyendo el valimiento que por sus muchos i escelentes servicios habia logrado cerca de la persona de don Enrique. «¿Hasta cuando, decia, andará la verdad desterrada de las córtes i palacios de los reyes? ¿Hasta cuando no irá en compañía de la virtud encaminando los pasos de los mortales, i rigiéndolos constantemente en las grandes i aun en las mas pequeñas de sus acciones? ¿Hasta cuando la honra ha de estar sujeta á las emponzoñadas lenguas de los malos: áspides ocultos con las apariencias de hombres: hambrientos i astutos zorro: tigres siempre dispuestos á devorar las reputaciones de los buenos? ¿I hasta cuando, en fin, las gentes darán oidos á sus palabras mas falsas que el lloro del cocodrilo, ó que el canto de las sirenas?
He aquí esa curiosa observación: «Cuántas reputaciones poéticas ha muerto la manía del volumen, y cuántos arrepentimientos para el porvenir se crean los jóvenes que, cediendo a una vanidad pueril, se apresuran a coleccionar prematuramente las primeras e insípidas florecencias del espíritu, ensayos en prosa o verso...»
Pero eso no impide que aquí como en todas partes prevalezca al cabo lo que debe prevalecer y perezca lo que debe perecer. Yo he vivido siempre bien alejado del mundo de las artes y las letras, pero tengo el presentimiento de que en la literatura los enemigos contribuyen más a formar las reputaciones que los amigos.
Era la capilla de Santa Ana. Además de la célebre peregrinación de Santa Ana de Auray, hay así numerosos santuarios sembrados a todos los vientos en aquella tierra de fe cándida, reputaciones de campanario muy reducidas hoy gracias a los billetes de ida y vuelta que permiten a cualquier peregrino ir a contemplar al mismo tiempo el Sagrado Corazón y la torre Eiffel, como lo hace constar melancólicamente el delicioso autor de «Colás, Colasse et Colette».
Palabra del Dia
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