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Actualizado: 22 de junio de 2025


Juan indicó dos o tres movimientos falsos; no supo mantener ni rectificar las distancias; las piezas se encontraron varias veces en contacto, hasta que el capitán tuvo que intervenir, dirigiendo a Juan una pequeña reprimenda terminada por estas palabras: No lo comprendo. ¿Qué tenéis hoy? Es la primera vez que esto os sucede.

En cualquiera otra circunstancia, es probable que todo esto no me hubiera chocado; pero viniendo en seguida de la reprimenda de la abuela para celebrar mi vigésimoquinto aniversario, me sentí poseída de una ardiente curiosidad: El horror de la abuela pensé instantáneamente, ¿será un resto de paganismo olvidado en su cerebro?

La condesa acomodó la roja cabecita en su blanda almohada con lazos rosa y fijó en el ministro sus claros ojos, que expresaban admirablemente la extrañeza. Afianzóse Martínez las gafas de oro, torció la descomunal cabeza, y amenazando a Currita con su gordo y porrón dedo, como hace el dómine que echa al niño una reprimenda cariñosa, le dijo: En Palacio están muy disgustados...

De las sonrisas y los saludos poco se tardó en pasar a las buenas palabras: Bonifacio y otros señores de su palco reían discretamente los chistes con que Mochi se burlaba con disimulo de la orquesta, que era indígena y desafinaba como ella sola; un lechuguino, que tenía fama de hacer grandes y muy valiosas conquistas entre bastidores, se atrevió a servir de intérprete, a su modo, entre el tenor y un trompa a quien el artista dirigió una cortés reprimenda en italiano.

Excusó la criada las explicaciones de su tardanza por el miedo que sentía de darlas, y se puso a la defensiva, esperando a ver por dónde salía doña Paca, y qué posiciones tomaba en su irascible genio. Algo la tranquilizó el tono de las primeras palabras con que fue recibida; esperaba una fuerte reprimenda, vocablos displicentes.

Con toda probabilidad, la insistente recomendación del Embajador cuando marchó llevándola Gonzalo Pérez le valdría reprimenda; prefirió, sin embargo, á comunicarla, cerrar la puerta á la importunidad del ruego: procedió piadosamente.

El obrero, disgustado por la reprimenda, pero cohibido por el agasajo, repuso humildemente: ¿Y qué le vamos a hacer, señor cura? Trabajamos cobrando al entregar las piezas terminadas, ganando tiempo... el jornal es corto, el pan caro... y cuando menos se piensa nace un chico.

Esperaba yo un sermón sobre las costumbres actuales y violentos reproches sobre el modo de ser de las jóvenes modernas, pero, con gran asombro mío, la abuela se contentó con mirarme con sorpresa y exclamó en tres tonos diferentes: Calla... calla... calla... Después se aseguró tranquilamente las gafas en la nariz, cogió su labor y habló de otra cosa... ¡Y yo, que esperaba una reprimenda!...

Doña Blanca, que trataba siempre de V. y con el mayor cumplimiento á su señor marido cuando le echaba un sermón ó reprimenda, le habló así mientras Clara iba delante: Mil veces se lo tengo dicho á V., Sr. D. Valentín. Ese hombre, que V. se empeñó en introducir en casa, allá en Lima, es un libertino, impío y grosero.

Cuénteme sus malos pensamientos contra esta pobre Luciana. ¿Para qué? Le importan a usted tan poco... Si me importaran poco no estaría aquí ahora esperando la inevitable reprimenda. Tóqueme usted la mano... está temblando. Tenía la mano helada y la guardé en la mía, aunque sin tierna presión.

Palabra del Dia

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