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Actualizado: 1 de junio de 2025


Encontraron los dos amigos tan ininteligible esta contestación como las palabras anteriores. Desnoyers volvió á repetirse mentalmente: «Está borrachoPero su curiosidad le hizo insistir. ¿Y qué bestia era aquella? El ruso le miró como si extrañase la pregunta. Creía haber hablado en alta voz desde el principio de sus reflexiones. La del Apocalipsis.

Y en esta existencia de vanidades satisfechas hasta el hartazgo, sólo una cosa le interesaba, por su variedad infinita, por sus fases, que parecían repetirse monótonas, pero en realidad eran distintas para los inteligentes de exquisito paladeo: el amor. Compréndeme, Miguel; no te rías en tus adentros. Me conoces demasiado para imaginar que yo puedo creer en el amor como la mayoría de los mujeres.

Poco después de mediodía, cuando ella fumaba su vigésimo cigarrillo, llamaron á la puerta. Transcurrió algún tiempo y volvieron á repetirse los golpes. Elena adivinó que, por estar ausente Sebastiana, las dos chinitas habían abandonado la casa después de servir la comida, vagando por el pueblo en busca de noticias. Fué á abrir ella misma y se sorprendió reconociendo al visitante. Era Moreno.

Únicamente por la noche, en el silencio del claustro alto, aquellos matrimonios que se reproducían y morían entre las piedras de la catedral osaban repetirse las murmuraciones del templo, la interminable maraña de chismes que crecía sobre la monótona existencia eclesiástica, lo que los canónigos murmuraban contra Su Eminencia y lo que el cardenal decía del cabildo, guerra sorda que se reproducía a cada elevación arzobispal; intrigas y despechos de célibes amargados por la ambición y el favoritismo; odios atávicos que recordaban la época en que los clérigos elegían a sus prelados, mandando sobre ellos, en vez de gemir, como ahora, bajo la férrea presión de la voluntad arzobispal.

En la noche siguiente se repitió la misma tortura, acabando con la quebrantada energía del gaucho. Sintió un terror pueril al pensar que este suplicio podía repetirse todas las noches. Se acordaba de lo que había oído contar sobre los tormentos que la justicia aplicaba en otros siglos á los hombres.

De este pasado, que le hacía sentir el arrepentimiento del ridículo, sólo quedaba aquel mocetón inmóvil ante ella, con ojos suplicantes y un empeño infantil de resucitar tales tiempos... ¡Pobre hombre! ¡Como si las locuras pudieran repetirse cuando se piensa en frío y falta la ilusión, ceguera encantadora de la vida!...

Bien está que se diga: El primer día que os vi tan mortal fue mi ferida que en veros quedé sin vida y el vivir se vio sin . Y todavía me parece mejor, más alambicado y más agudo, aquello otro que con tintas variantes suele repetirse: Morir a vivir prefiero; y de tu beldad cautivo, o no vivo porque vivo o muero porque no muero. No creas que no me deleitan estas y otras coplas parecidas.

De esta suerte se atormentaba D. Fadrique en afanoso soliloquio, en que volvía cien y cien veces á repetirse lo mismo. El que no viniese el P. Jacinto á hablar con él inspiraba al Comendador la mayor inquietud. Varias veces se asomó al balcón de su cuarto, que daba á la calle, á ver si le veía salir de casa de Doña Blanca.

Enumeraba las diversas revoluciones nacionales y provinciales en las que había tomado parte, por no ser menos que sus vecinos, y á las que designaba con el título de «puebladas». Pero todo esto había desaparecido y no volvería á repetirse. Los tiempos eran de paz, de trabajo y abundancia.

Si se prescinde de la impenetrabilidad, la operacion puede repetirse hasta lo infinito; luego, el primer infinito, lejos de merecer este nombre parece una cantidad susceptible de incrementos infinitos.

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