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Y siendo ansí juntas las tales gentes, repartió su obra entre los tales caciques, mandando á unos que acarreasen piedra tosca para los cimientos, y á otros que trujesen barro el que les pareciese, que fuese bueno é pegajoso; con el cual barro é piedra tosca mandó hacer los cimientos de los tales edificios, sacándolos de cimiento, que era el cimiento y asiento de ellos desde donde topaban con agua, para lo cual mandó que se edificasen de piedra tosca é barro pegajoso, á fin de que si el agua entrase por ellos, no fuese parte á deshacer é comer este barro; porque, como ya os dijimos, todo lo más del asiento de la ciudad eran ciénegas é manantiales de agua; todos los cuales manantiales mandó que fuesen tomados é repartidos de tal manera, que á las casas de la tal ciudad fuesen por sus caños y hechos fuentes para el servicio y proveimiento della.

18 Y por tiempo como de cuarenta años soportó sus costumbres en el desierto; 19 y destruyendo las siete naciones en la tierra de Canaán, les repartió por suerte la tierra de ellas. 20 Y después, como por cuatrocientos cincuenta años, les dio jueces hasta el profeta Samuel. 21 Y entonces demandaron rey; y Dios les dio a Saúl, hijo de Cis, varón de la tribu de Benjamín, por cuarenta años.

25 ¿Quién repartió conducto al turbión, y camino a los relámpagos y truenos, 28 ¿Por ventura la lluvia tiene padre? ¿O quién engendró las gotas del rocío? 29 ¿Del vientre de quién salió el hielo? Y la helada del cielo, ¿quién la engendró? 30 Las aguas se endurecen a manera de piedra, y se congela la faz del abismo.

De repente, D. José se levantó de su asiento y salió de estampía, entre la risa y chacota de toda la partida. Maxi quiso salir detrás; pero Refugio le tiró de los faldones y le hizo sentar a su lado: «Déjalo , ¿qué te importa?». Y apareció el tumulto, por la entrada de otros Pepes; y el amo del café, que también era algo José, repartió puros y ron con marrasquino.

Lope, como bien nacido y como liberal y compasivo, le levantó y le volvió todo el dinero que le había ganado, y los diez y seis ducados del asno, y aun de los que él tenía repartió con los circunstantes, cuya extraña liberalidad pasmó a todos; y si fueran los tiempos y las ocasiones del Tamorlán, le alzaran por rey de los aguadores.

De ellos se nos sirvieron á los tres hombres á capón por barba, y se repartió el cuarto entre las tres mujeres. Y lo de menos hubiera sido para semejante alarde de prodigalidad, y hasta el acostumbrarme á ver sin admiración cómo mi tío y el predicador engullían cuanto les ponían por delante; pero lo terrible fué que me obligó á hacer lo mismo que ellos la implacable oficiosidad de mi cara tía.

Estas infelices, al cruzarse con la joven pareja, husmeaban el amor con su instinto de hembras, e imploraban una limosna. Isidro repartió pródigamente el dinero, acompañándolo de inmorales consejos, que hacían reír a Feli. Nada de comprar pan: aquella limosna era para vino, para tomar la gran curda.

El testimonio de Agustín de Rojas, uno de sus contemporáneos, conviene hasta cierto punto con el de Cervantes, cuando se expresa así en su Viaje entretenido: «Digo que Lope de Rueda, Gracioso representante Y en su tiempo gran poeta, Empezó á poner la farsa En buen uso y orden buena, Porque la repartió en actos, Haciendo introito en ella, Que ahora llamamos loa; Y declaraba lo que eran Las marañas, los amores, Y entre los pasos de veras Mezclados otros de risa, Que porque iban entre medias De la farsa, los llamaron Entremeses de comedia; Y todo aquesto iba en prosa Más graciosa que discreta.

Y porque yo no pretendo Tratar de gente extranjera, de nuestros españoles Digo que Lope de Rueda, Gracioso representante, Y en su tiempo gran poeta, Empezó á poner la farsa En buen uso y orden buena; Porque la repartió en actos, Haciendo introito en ella, Que ahora llamamos loa, Y declaraba lo que eran Las marañas, los amores, Y entre los pasos de veras, Mezclados otros de risa, Que porque iban entre media De la farsa, los llamaron Entremeses de comedia; Y todo aquesto iba en prosa Más graciosa que discreta.

Y haciendo Inca Yupanqui juntar su gente, mandó que ante trujesen todo el despojo de la batalla, tomando dello lo mejor que le paresció, para hacer dello sacrificio al Viracocha, por el favor y vitoria que le diera de sus enemigos; y todo lo demás del despojo dió é repartió á todas sus gentes, conforme á su calidad y servicios.