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Actualizado: 31 de mayo de 2025


Forman su base los amores de Aurelio y de Silvia, cautivos ambos en Argel. Aurelio es amado de Zara, su señora, mujer del renegado Izuf; y tanto ella como su amiga Fátima se valen de todo linaje de astucias para seducirlo, aunque inútilmente, porque se mantiene inexorable. Esto se desenvuelve en las primeras escenas.

»En fin, el tiempo se pasó, y se llegó el día y plazo de nosotros tan deseado; y, siguiendo todos el orden y parecer que, con discreta consideración y largo discurso, muchas veces habíamos dado, tuvimos el buen suceso que deseábamos; porque el viernes que se siguió al día que yo con Zoraida hablé en el jardín, nuestro renegado, al anochecer, dio fondo con la barca casi frontero de donde la hermosísima Zoraida estaba.

Amedrentado el rey rebelde, había entrado en tratos con los portugueses para entregarles la plaza, pero su visir, que era un rumí, o griego renegado, se puso de acuerdo con la princesa hija del monarca que había reinado allí en tiempo del grande Albuquerque.

Aquel pobre don Santos había muerto como un perro por culpa del Provisor; había renegado de la religión por culpa del Provisor, había muerto de hambre y sin sacramentos por culpa del Provisor». «Y ahora los revolucionarios, que de todo sacan raja, aprovechan la ocasión para hacer una de las suyas...». «Y por culpa del Provisor...». «No se puede estirar demasiado la cuerda».

Don Pablo refiere, en el cap. 22 de esta novela picaresca, lo siguiente: «En una posada topé una compañía de farsantes que iban á Toledo: llevaban tres carros, y quiso Dios que entre los compañeros iba uno que lo había sido mío del estudio en Alcalá, y había renegado, metídose en el oficio, díxele lo que me importaba el ir allá y salir de la Corte; y apenas el hombre me conocía con la cuchillada y no hacía sino santiguarse, per signum crucis.

Hecho esto, me vine y di cuenta de cuanto había pasado al renegado y a mis compañeros; y ya no veía la hora de verme gozar sin sobresalto del bien que en la hermosa y bella Zoraida la suerte me ofrecía.

Fue éste el período más obscuro de su existencia. Las leyendas llegaban a suponer que había renegado, y para distraer su tedio daba caza en el mar a las galeras de Malta. Algunos caballeros de la Orden, enemigos suyos, juraban haberle visto durante un combate vestido a la turca en el castillo de una embarcación enemiga.

FLORES. La Virgen del Carmen le bendecirá, compadre, y usted no se arrepentirá de haberme hecho ese favor cuando sepa que yo conozco curiosos detalles de ese renegado que van a ajusticiar.

Desde allí nos llevaron y repartieron a todos en diferentes casas del pueblo; pero al renegado, Zoraida y a nos llevó el cristiano que vino con nosotros, y en casa de sus padres, que medianamente eran acomodados de los bienes de fortuna, y nos regalaron con tanto amor como a su mismo hijo.

Capítulo XLI. Donde todavía prosigue el cautivo su suceso »No se pasaron quince días, cuando ya nuestro renegado tenía comprada una muy buena barca, capaz de más de treinta personas: y, para asegurar su hecho y dalle color, quiso hacer, como hizo, un viaje a un lugar que se llamaba Sargel, que está treinta leguas de Argel hacia la parte de Orán, en el cual hay mucha contratación de higos pasos.

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