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Actualizado: 21 de julio de 2025


Hasta Moaronea, Radope, y Bizia, ciento y setenta millas de Galípoli, entraban haciendo correrias, con universal temor y asombro de todas las Provincias; porque no habia lugar que estuviese libre de su furia por remoto y apartado que fuese.

Su padre lo había confiado a un profesor del Seminario. ¿Sabía don Jaime dónde era el Seminario?... Hablaba el pequeño payés de él como de un remoto lugar de tortura. Ni árboles, ni libertad, ni aire apenas: la vida no era posible en aquel encierro.

Se trató del P. Herrera, y don Carlos dijo que era muy digno de ocupar los puestos más elevados en la diócesis; que merecía ser obispo, y que su extremada modestia le tenía relegado en la Sierra, en un pueblo remoto que era como una Tebaida. Después fuimos a la sala. Gabriela, dijo don Carlos ¡siéntate al piano y tócanos algo!

El aislamiento de las diversas repúblicas entre , tendrá que ser y deberá ser menor cada día, y sólo en muy remoto porvenir, que va más allá de toda previsión humana, podrá crear lenguas distintas, acabando por no entenderse los que son hoy pueblos hermanos.

Unos encontraron el parecido, aunque remoto; otros lo negaron entre carcajadas.

No he estado en Europa. Desciendo de un vasco remoto que en el primer tercio del siglo pasado empezó a apoderarse de la tierra por centenares de leguas. Por diversos entronques familiares, he venido a pertenecer, al cabo de un siglo, al patriciado de mi país y a su alta sociedad.

La mamá de la señorita, con dulce melancolía, la recoge y la guarda en un mueble tradicional. La señorita no hace caso de su muñeca: le parece un objeto antediluviano, pues aunque el tiempo pasado es poco, la trasformación es tanta que todo lo de ayer ha adquirido carácter remoto. Ya vendrá un día en que vuelva sus ojos, acaso tristes, acaso llorosos, a la muñeca que alborozó sus horas infantiles.

El recuerdo más remoto era el de un patio de casa de vecindad, que a él, en su pequeñez, le parecía inmenso, con una luz triste y fatigada que venía de lo alto, enturbiándose al resbalar por las paredes grasientas, al filtrarse por entre las ropas astrosas pendientes de las galerías.

Andando en esto y «regoldando» ya el gigante por no tener su estómago cosa de más jugo en que entretenerse, oyóse una campanada de reló hacia lo más obscuro y remoto de la estancia. ¡Las diez y media! dijo mi tío revolviéndose en el banco . Me parece que ya es hora de que te dejemos en paz. El viaje te habrá molido bien los huesos, y tendrás ganas de tumbarlos en la cama.

Yo iba silencioso y angustiado; Mauricio me seguía diligente y respetuoso. La lluvia no invadió el valle, se detuvo en las montañas, descargó allí, y pronto fué despejándose el cielo. Allá, rumbo a Villaverde, centelleaban las estrellas del Carro. La tempestad seguía batallando, pero ya floja y desmayada, en lo más remoto de la Sierra.

Palabra del Dia

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