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Actualizado: 26 de junio de 2025
El toro cayó instantáneamente, como si lo hubiese tocado un rayo, hiriéndole en el centro nervioso de su vida, y quedó con los cuernos clavados en el suelo y el vientre en alto entre las patas rígidas. Aplaudieron las gentes de la sombra con un entusiasmo de clase, mientras el público del sol prorrumpía en silbidos e improperios. ¡Niño litri!... ¡Aristócrata!
¡Por el rayo, Blasillo! ¿olvidas, hijo mío, nuestras largas y rudas travesías, nuestros sobresaltos, nuestros peligros, seguidos siempre de nuevas fatigas?... mientras que mañana, Blasillo, descanso, y descanso de verdad, y para siempre. No me compadezcas, pues; si sufro, es por ti.
Al pie de la pieza más próxima se erguía, con el tirador en las manos, un artillero de cara impasible. Debía estar sordo. Su embrutecimiento facial delataba cierta autoridad. Para él, la vida no era mas que una serie de tirones y de truenos. Conocía su importancia. Era el servidor de la tormenta, el guardián del rayo. ¡Fuego! gritó el sargento. Y el trueno estalló á su voz.
Unos refunfuñando, y otros de buen grado; por miedo los pusilánimes, y los exaltados porque en los ojos de Gasparón adivinaron algo tremendo y misterioso, todos accedieron a su ruego; y la reunión se disolvió enseguida, semejante a una de esas tormentas que llevan en su seno el rayo y no lo lanzan a la tierra.
Te miro triunfadora como Marte hundir al despotismo con la espada, galopar sobre un rayo de la aurora, y ascender hasta el cielo de la Fama; y, mientras sueña el alma con victorias, predica el evangelio de tu raza que nos enseña a estrangular tiranos y a retar al Destino cara a cara... ¡Tú vencerás!
Para apoderarnos de ellos, es preciso, que caigamos encima como un rayo... ¿Pero yo los conozco? preguntó con angustia la anciana. No me pregunte usted, respondió Tragomer; conténtese con la esperanza que le doy. Después de haber vivido durante dos años en el aniquilamiento y en el dolor, puede usted volver á la esperanza y á la alegría. ¡La alegría! ¡Ay!
Deslizaos detrás de esa madreselva que rodea esa hermosa palmera con sus guirnaldas purpuradas... ¡Veis!... ¡Santo Dios! ¡es la monja! ¡es el gitano! Un pálido y débil rayo de luna jugueteaba sobre el encantador grupo.
Todos los rencores y desprecios que D.ª Carolina y su hija menor atesoraban para Mario, que no había tenido talento para hacerse inamovible en el puesto que ocupaba, se los arrojaban a ella a la cara. Con el verdadero culpable estaban reservadas, pero finas. No se le hería directamente, pero la atmósfera estaba cargada de electricidad, y a la postre había de estallar el rayo.
Un sentimiento de abnegación se alza de las profundidades de mi ser, y me llama a sí, y me dice que todo mi ser debe darse y perderse por el objeto amado. Ansío confundirme en una de sus miradas; diluir y evaporar toda mi esencia en el rayo de luz que sale de sus ojos; quedarme muerto mirándola, aunque me condene. Lo que es aún eficaz en mí contra el amor, no es el temor, sino el amor mismo.
El agua salada más pura y diáfana mostraba bajo ciertos rayos luminosos una multitud de pequeños cuerpos, inquietos como las espirales de polvo que danzan en un rayo de sol. Estos seres transparentes, revueltos con algas microscópicas y mucosidades embrionarias, eran el plancton.
Palabra del Dia
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