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Actualizado: 26 de junio de 2025
Mas esta, veloz como el rayo, abrió de un solo golpe la ventana de cristales, y echando fuera el busto entero y la mano en que tenía las cartas, gritó con gran fuerza: ¡Monina!... ¡Que te vas a caer!... No saltes más... Mademoiselle, quite usted a la niña la cuerda...
Hoguera abrasadora del gran Mayo, Do se incendió terrible como el rayo El fuego de un pensar generador; Que el corazon templó cual hierro fuerte, Y dió existencia á la materia inerte, Como el soplo divino del Creador.
Cuando se retiraba el rayo de sol, extinguiéndose el zumbido de las moscas, y el pedazo de cielo encuadrado por la puerta tomaba un suave color de violeta, la enferma alegrábase. Era la mejor de las horas: iban a llegar los suyos.
Sí, señor; eso ha escrito. Al través de su locura un rayo de razón penetró en el pensamiento de Montiño, ó más bien un instinto de conservación. Aguantóse, dejó las cosas como los hombres y la justicia de los hombres las habían puesto; pero en medio de su locura, su conciencia, más poderosa que ella, le acusaba de aquella muerte.
Por fin levantó el francés su arma para descargar un tajo decisivo, pero aquel momento bastó para que el barón descubriera un punto vulnerable en la armadura del contrario, y pronta como el rayo se clavó su espada en el brazo del francés, en la unión de aquél con el hombro. Poco profunda fué la herida, pero bastó para hacer brotar la sangre, que trazó roja línea sobre el bruñido peto.
Lo enganché en la charrette con la Linda respondió el centauro, haciendo una mueca horrible de disgusto dirigida a la simpática Valentina. ¡Si vieras, mal rayo, qué modo de alzarse! Yo ¡zis, zis! con la fusta, y él ¡pan, pan! sobre el tablero del pescante. Me volví a la cuadra, y le puse al tablero por debajo unos clavillos. Salí otra vez... En cuanto se pinchó se estuvo quieto.
El éxito de madama Scott y miss Percival fue inmediato, decisivo, como un rayo.
Yahhyay aceptó y prometió guardar el pacto, mas ébrio á poco con tus homenages y sinceros aplausos, no pasó ni dias sin aspirar al dominio absoluto y violar la fé jurada. Irritóse el-Khassem, ya algo repuesto de su primer cuidado; regresó, cayó sobre tí con la celeridad del rayo, y le obligó á la fuga.
Le trataba como un buen amigo, guardándole todas las atenciones que se deben a la persona que se estima. Pero en cuanto el ingeniero quería pasar adelante, pedía un poco de amor, un rayo de esperanza, siquiera para el día de mañana, encontraba la misma negativa, suave, firme y constante.
De su suave palabra, iba con ellos la persistente vibración en que se prolonga el lamento del cristal herido en un ambiente sereno. Era la última hora de la tarde. Un rayo del moribundo sol atravesaba la estancia, en medio de discreta penumbra, y tocando la frente de bronce de la estatua, parecía animar en los altivos ojos de Ariel la chispa inquieta de la vida.
Palabra del Dia
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