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Actualizado: 30 de abril de 2025
El agua, empujada por rápida velocidad, ha perdido sus ondulaciones y sus pequeñas olas; todos sus rizos, prolongados por la rapidez del torrente se han cambiado en otras tantos líneas perpendiculares como trazadas por la punta de un estilete.
El hermano acogía estas palabras con un gesto de incredulidad. ¡Mentira otra vez! ¿Por qué se cansaba de pronto del hombre al que tanto había querido? ¿Qué causa poderosa había deshecho con tanta rapidez su amor?... ¡Ah Mariquita!
Impaciencia febril se apodera de la sangre que se agita y circula, como si la rapidez de su marcha acelerase la llegada de lo que se espera. Esta contrariedad de nuestro deseo es más terrible, porque es lenta, sin límites. Delante no se ve sino la eternidad. No vienen á la mente las modificaciones que puede traer el próximo día. Aquella noche y aquella soledad parece que no han de tener fin.
Y aquella noche, sintiéndola entrar en su cuarto, llamola y la sentó en sus rodillas. «¿Tu mamá...?». Está en la Saleta con la marquesa replicó la niña, que hablaba con claridad y rapidez . Me dijo que me viniera para acá. La marquesa estaba llorando porque estamos a 7.
En su semblante animado parecía haberse descorrido un velo de niebla y sus movimientos, aunque llenos de calma y aplomo, no eran tan cansados y yertos como antes. Al subir ellos al tren, caía la tarde y el sol descendía con la rapidez propia de los crepúsculos del otoño.
Así, cerca de cada grupo de Docks, hay una grande estacion de ferrocarriles, y por lo mismo la comunicacion marítima y fluvial está íntimamente ligada á la terrestre, consultándose ante todo la economía y la rapidez de las operaciones comerciales.
Señor cura, le dije, estoy muy contento de oir a Vd., y me parece admirable la rapidez con que Vd. ha cambiado la faz de estos pobres lugares.
La lluvia aumentaba; las gotas caían con extraordinaria rapidez, dejando en las piedras un disco obscuro, semejante á una pieza de dos cuartos que, repetidos infinitamente, concluyeron por teñir de negro reluciente todas las piedras.
Gastón Vandenpeereboom, pero disimiló su enojo por vergüenza y no quiso vengarse, al menos por lo pronto. El piloto Lorenzo Fréitas dirigió la nave con habilidad pasmosa, aprovechando la monzón favorable del sud-oeste, y, con mayor rapidez que la ordinaria, cruzó el Mar de la India hasta hallarse ya, según sus cálculos, a cuatro o cinco días de distancia del puerto de Goa.
Por todas partes, durante los primeros minutos, aparece Lóndres como una inmensa fábrica-factoría, bajo el tren en que el viajero ve pasar los objetos con la rapidez del rayo.
Palabra del Dia
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