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Actualizado: 22 de junio de 2025


Los dos valientes jóvenes habían comenzado el fuego, y sus balas debieron de hacer blanco, porque a los disparos siguieron rabiosos alaridos y gritos de dolor. ¡Huíd! gritó Van-Stael. Aún no, tío dijo Cornelio . Tira al centro de las filas, Hans, y no desperdicies las balas. Están sólo a cien pasos, y los veo muy bien, Cornelio. ¡Fuego, pues! Un momento después resonaron otros dos disparos.

Ese hombre es más criminal que los mayores asesinos, que los más rabiosos anarquistas; ese hombre corrompe al pueblo, corrompe á la juventud exaltada; frecuenta los clubs ... Pero nada de esto sería grave si no se atreviera á tomar en boca un nombre que aman todos los españoles como símbolo de paz y libertad. Ese hombre se llama Elías, y es conocido por Coletilla en los clubs.

Eso no importa; así fuí yo, y después que... Ana sintió brasas en las mejillas empecé a engordar, a comer bien y me puse como un rollo de manteca. Y suspiró otra vez doña Águeda, acordándose del rollo que había sido. Doña Anuncia había tenido sus motivos para no engordar: unos amores románticos rabiosos.

En cambio de tres animales perdidos, ahora era dueño de millones de ellos, y éstos ¡tan jóvenes y vivaces, animados de movimientos tan violentos, tan absorbentes, rabiosos por vivir! Ese mundo infinito, de tal suerte mezclado al nuestro, que por doquiera nos rodea y está siempre con nosotros, era casi desconocido hasta hace poco.

Había traído un pintor de la ciudad, manteniéndolo allí más de una semana, y este capricho de magnate protector de las artes le había costado, según declaraba él, unos cinco duros, peseta más que menos. Bien era verdad que no podía volverse la vista á ningún lado sin tropezar con alguna obra maestra, cuyos rabiosos colores parecían alegrar á los parroquianos, animándoles á beber.

Embistió al filósofo denodadamente, pero el otro le cogió por la cintura y le cargó como a un niño, obligándole a sentarse en sus rodillas, a pesar de sus esfuerzos rabiosos por soltarse... , le dejaría ir cuando se calmara, pero no solo: él no se fiaba de su buen juicio, ahora que le había visto hecho un loco, como si quisiera tirarse al río; ya lo creo que le llevaría a su casa, y de la mano, como se hace con los chicos que se ha encontrado raboneando en el Bajo. ¿Qué desatinos eran esos que acababa de decir? ¡qué Penitenciaría, ni qué as de copas, ajo! alguna tunda de papaíto, por haber entrado tarde o hecho una diablura de jovencito desbocado.

El Capellanet reía de estas escenas, viendo en la tenacidad hostil de los cortejantes un motivo de orgullo para Margalida y la familia. El noviazgo de su hermana no iba a ser como el de otras atlotas. Los pretendientes parecíanle a Pepet perros rabiosos que no soltarían fácilmente su presa.

Pero ¡ca! continuó el otro , no le han cogido, no. ¡Bueno es él para dejarse atrapar! En este momento Manolo lanzó dos gritos más rabiosos aún desde el soportal de enfrente, y con la misma rabia contestaron ladrando los perros de la vecindad. No es posible describir lo que entonces acaeció en la muchedumbre de oyentes de uno y otro soportal. El tumulto que se produjo fue en realidad imponente.

Y tras nueva descarga, entró en el monte. Los perseguidores, detenidos un momento por las explosiones, lanzáronse rabiosos adelante, fusilando, golpe tras golpe de winchester, el derrotero probable de los fugitivos. A 100 metros de la picada, y paralelos a ella, Cayé y Podeley se alejaban, doblados hasta el suelo para evitar las lianas.

El esposo de Clara siente nacer en su alma rabiosos celos, y el gran Maestre exhorta al trovador á renunciar á su loca pasión; pero él persiste en ella tenazmente, y hasta se aventura á penetrar en el aposento de su amada, en donde es sorprendido por Don Tello y preso de orden del gran Maestre.

Palabra del Dia

cabalgaría

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