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Actualizado: 18 de julio de 2025


Y esto y los quehaceres que consigo trajo para ser puesto en ejecución antes con antes, fueron los esparcimientos únicos para en todo aquel triste día.

Carmen te manda un abrazo, y también Juana y Andrés.» «Sabes cuánto te quiere tu tía María Josefa». Esta carta de la tía me devolvió la tranquilidad. Todo quedaba explicado. Angelina no había escrito por los quehaceres de la Semana Santa y por los huéspedes. Pero escribiría, , escribiría.

Hízomela diciendo que la cosa mala en que ella había pensado de pronto, era una despedida para lejanas tierras, por no tener ya quehaceres en aquéllas tan tristonas para . ¡Pensar yo en irme entonces de Tablanca!... Podía jurar que nunca me había visto más apegado al valle. Pero ¿por qué mi ausencia de él era calificada por ella de cosa mala?

Somos transportados á los últimos años del reinado de Enrique IV, tan funestos para la monarquía española. Las primeras escenas nos muestran á la joven Isabel en su pacífico retiro, ocupada en hilar y en otros quehaceres de su sexo.

En el suelo había una cesta llena de hortensias y rama verde, destinada al adorno de los floreros; Nucha empezó a colocarla con la destreza y delicadeza graciosa que demostraba en el desempeño de todos sus domésticos quehaceres.

Yo dejé mi casa, comodidades de esas que empiezan a valer mucho cuando se nos va acabando la juventud, y quehaceres importantes; yo corrí a este país de Navarra decidido a emplear todo lo que en hubiera de actividad, de celo y de ingenio para salvarte.

Cuando Ana volvió a dejar los quehaceres domésticos en la antigua marcha, don Víctor se lo agradeció en el alma también y respiro a sus anchas. «Aquellas injerencias de su querida esposa eran dignas de eterno agradecimiento... pero molestas para él.

¡Cien veces lo volvería a hacer! No tengo la culpa de que te hayan quitado el destino, ni de que tu madre descuide sus quehaceres. En más altas cosas me empleo. ¿Vienen males del Señor sobre la casa? Paciencia y resignación. Rico era Job y fue paciente y resignado cuando se vio pobre y zaherido; pero no perdió la fe.

¡Pero si no tienes nada que hacer, Melchor!, y aunque tuvieras, vente con nosotros y te vuelves después. Ahora no puedo, yo por qué lo digo. ¡Te inventas quehaceres, Melchor! Piensa que en tu casa están abatidos por tu conducta... que tu padre está enfermo... que Clota tiene derecho a exigirte que vayas... no puedes proceder así con esa niña. Ni ella tampoco conmigo.

Se hace mención de una mujer marina que vivió luengos años en hábito religioso en un convento donde á todos era dado verla. No hablaba, pero se entretenía en hilar y en otros quehaceres. Con todo, el agua la atraía y empleaba toda su inteligencia para volver á su querido elemento. Diráse: Si realmente han existido esos seres, ¿por qué fueron tan raros? ¡Ay! La respuesta nos viene á la mano.

Palabra del Dia

buque

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