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Actualizado: 18 de julio de 2025
Enviola esta a sus quehaceres, y acabando de componer su semblante, y resuelta a no dar ni el más leve indicio de saber lo que sucedía, encaminose al jardín, en el que apareció, y poco después en el cenador, sombroso teatro de su mala fortuna, de tal manera tranquila y al parecer contenta, que Cervantes se alegró y Margarita perdió el miedo que la había acometido al sentir los pasos de doña Guiomar.
En visitas, reclamaciones y banquetes, aparte de los quehaceres del cargo oficial, pasaba efectivamente la mayor parte del día; alguna distraía la audiencia de las muchas personas de cierto género que acudían á su casa: aragoneses, italianos, portugueses, que tenían alguna razón para esquivarse de la justicia; foragidos, en el concepto del Embajador de España, con los que tenía constituído un centro de conspiración permanente.
Porque eso son los tontos, personas que no tienen misión alguna». Fortunata no tenía criada. Decía que ella se bastaba y se sobraba para todos los quehaceres de casa tan reducida. Muchas tardes, mientras estaba en la cocina, Maximiliano estudiaba sus lecciones, tendido en el sofá de la sala.
Pedro Lobo, pues, vino a ser el encanto de D. Joaquín, quien siempre quería tenerle en su casa, de suerte que, cuando Pedro Lobo, retenido por sus quehaceres, dejaba algún día de venir o retardaba su venida, D. Joaquín iba a buscarle y no paraba ni descansaba hasta que se le traía consigo.
Era muy dada a los libros; pero sólo leía cuando se lo permitían sus quehaceres. Leía todas las noches el «Año Cristiano», y se sabía al dedillo las vidas de los santos. Una noche le tocó leer la vida de Santa Teresa. ¡Jesús! exclamó. Si ya me la sé de memoria. ¡Puedo repetirla del pe al pa! Y como tía Carmen dudara, Angelina refirió, con muy buen acuerdo y muy donosamente, la vida de la mística.
Se le da una población de 1,500,000, mas, indudablemente, si se cuentan los que tienen sus quehaceres en Rio de Janeiro sin vivir dentro de la ciudad, el número de sus habitantes es mucho mayor.
Cuando llegué al cuarto de mi tío, ya se habían apoderado de él y de sus aledaños Lituca y su madre, y enviado a Facia a sus ordinarios quehaceres, por no ser necesaria allí su presencia por entonces.
En seguida comprenderá usted que es el acuerdo más conveniente. Si usted se obstina en retenerla en casa y consigue que rompamos nuestras relaciones, un día u otro, créame usted, Concha caerá en la perdición. Usted, entregado a sus quehaceres, no puede vigilarla; yo sí.
Ya no me esperaba en el corredor a la hora en que lavaba las jaulas y regaba las flores, y si allí la sorprendía yo parecía más atenta a los quehaceres domésticos que a mi conversación. ¿A dónde va usted? me decía. Ya es tarde ¡Pronto, pronto! ¡A pasear! Si ha de volver usted para desayunar... ¡a la calle! Así me despedía.
El marqués de Pierrepont era universalmente considerado como el prototipo del caballero, del hombre seductor, pero para Beatriz fue más todavía, porque su educación, sus gustos, sus preocupaciones mismas, la predisponían más que a persona alguna a admirar aquella graciosa figura del gentilhombre, aquel ser, por decirlo así, de lujo, que parecía moldeado en diferente arcilla que los hombres humanos y creado únicamente para nobles ocupaciones y elegantes quehaceres: guerra, caza, letras, amor.
Palabra del Dia
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