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Actualizado: 1 de mayo de 2025
Las circunstancias son, sin embargo, muy difíciles y escabrosas y me obligan a refrenar mi enojo y a hablar aún con usted de asuntos importantes. Dice mamá que la vizcondesa y otras muchas damas son cómplices e instigadoras de un amor en que ella ni soñaba. El general, dirigiéndose a mí en latín, y diciéndome tu quoque, filia, me acusa también de complicidad y de provocación al delito.
Y algo más tarde, hallándose el venerable mandarín hablando con unas señoras, un poco inclinado hacia adelante por estar ellas sentadas, acercósele sir Roberto con mucho disimulo, oculto entre el gentío, y sin provocación ninguna, sin objeto alguno justificado, ¡zas!, hundióle con flema británica, hasta la cabeza, un alfiler en la nalga izquierda...
Luego había surgido la provocación inglesa. Como un traidor de melodrama, el gobierno británico venía preparando la guerra desde larga fecha, no queriendo presentarse hasta el último momento. Y Alemania, amante de la paz, tenía que defenderse de este enemigo, el peor de todos. ¡Dios castigará á Inglaterra! afirmaba la doctora mirando á Ulises.
El gaucho, a la par del jinete, hace alarde de valiente, y el cuchillo brilla a cada momento, describiendo círculos en el aire, a la menor provocación, sin provocación alguna, sin otro interés que medirse con un desconocido; juega a las puñaladas como jugaría a los dados.
Los vecinos persistían en su molesta actitud; en esto, mi Zipette, agotada ya su paciencia, se pone a hablar en voz alta y a gritar que había en el vasto universo personas sin educación, las cuales acabarían por recibir unas cuantas bofetadas de las personas distinguidas de la reunión. EUSTAQUIO. ¡Ah! Esto es una provocación. EL VIZCONDE. ¡Usted perdone! ¡Era la respuesta a una provocación!
Esforzáronse, en consecuencia, en demostrar a los testigos de Maurescamp, que, planteada como estaba la cualidad de ofensor y ofendido, quedaba en realidad dudosa entre los combatientes. La provocación dirigida por Maurescamp al señor de Lerne, a causa de un incidente cuya futilidad no podía desconocerse, ¿no tenía en sí un carácter excesivo que se asimilaba a una verdadera agresión?
Un perro vivaracho y pequeño, descarado, ratonero, de éstos que pasean su vanidad por las calles de Madrid, se acercó al can melancólico, y le dió una embestida con el hocico. Batilo era muy tímido; pero sintiendo herido su amor propio, ladró. El ratonero, que no deseaba sino provocación, ladró también, atreviéndose á dar un mordisco al pobre faldero.
Así lo hacen los gobernadores y los pueblos: lloran y se someten, porque la resistencia es inútil, la dignidad una provocación y la muerte recibida quedaría sin gloria y sin vengadores.
El odio, el desprecio, la malignidad sin provocación alguna, el deseo gratuito de ser perverso, de ridiculizar todo lo bueno y santo, se despertaron en él para tentarle al mismo tiempo que le llenaban de pavor.
Basilio no tenía tiempo suficiente para abrirlos, acaso le detuviera tambien el pensamiento de que no es nada agradable recibir un insulto ó una provocacion y no tener medios de defenderse ó contestar. La censura, en efecto, permitía los insultos á los filipinos pero les prohibía á estos la réplica.
Palabra del Dia
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