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Actualizado: 4 de junio de 2025


Entrando en pormenores, que los herederos de Rafael anhelaban conocer, Cedrón les dio noticias prolijas del testamento, que tanto Doña Paca como Ponte oyeron con la religiosa atención que fácilmente se supone. Eran testamentarios, además del Sr. Cedrón, D. Sandalio Maturana y el Marqués de Guadalerce.

Harto sabemos que hay pobres y ricos; peste, hambre y miseria; que tarde o temprano todos nos hemos de morir; que la sociedad pudiera estar mejor organizada; que hay más hambre que pan y más frío que capas, y más enfermedades que remedios, y más necesidades que recursos para satisfacerlas; pero la existencia de tanto mal no disculpa ni justifica el que produzcamos otro mal, que para nada nos vale, atormentándonos con lamentos y quejas y esmerándonos en las más prolijas y menudas descripciones de todos los vicios, podredumbres, crímenes, infamias y desventuras que hay sobre la tierra.

Esta cantinela no sonaba bien en los oídos de Rosalía, y menos entonces. Trataba de volver todas las cosas al estado en que se hallaran antes, y de obedecer puntualmente las prolijas reglas que afluían sin cesar de aquel inagotable manantial de legislación doméstica.

No hay duda que los cuadros líricos sentimentales y las prolijas narraciones, así descriptivas como pintorescas, que encontramos en ella, se ajustan á las circunstancias y á la disposición de ánimo de los interlocutores, aunque sin dejar por esto de tener por mismos gran importancia, y sin dañar tampoco al carácter dramático del todo, formando un organismo aparte, y destacándose notablemente, por su índole, del diálogo.

Interesábase con sensible corazón en las más prolijas aflicciones de los demás, y, ante las desgracias de familia, que su ministerio le obligaba a presenciar de continuo, se le veía sollozar a la par de los deudos, pronunciando patéticas palabras que se grababan en la memoria de todos como tierno y docto epitafio.

Nuestro objeto no puede ser ahora formar un catálogo completo y exacto de todas estas copias, plagios é imitaciones, no sólo porque es poco grato perder un tiempo precioso en averiguar este linaje de hurtos, sino también porque investigaciones prolijas de esa especie no tienen su oportuno asiento en una historia del teatro español.

Decir cómo aquella casa llena de comodidades se deshizo en unos cuantos días; contar cómo las feroces prenderas llegaban, venían, tasaban, huían, llevándose en las garras, cuál un dorado reloj, cuál la alfombra o lavabo, sería lacerar el corazón de nuestros lectores. Isidora, que no sabía regatear comprando, era vendiendo enemiga de entorpecer los negocios con prolijas discusiones.

Mas cuando se trató de ejecutar los adornos de la tapa, acudió de nuevo a prestarle auxilio, complaciéndose largamente en ejecutar con la masa mil suerte de mosaicos, arabescos y primores de toda clase, que no había más que ver. Marta puso término a tan prolijas labores quitándole la pasta de la mano, porque no acababa nunca.

Y entretanto que la señora Princetot les hacía las más prolijas recomendaciones, sonreía el Príncipe, guiñaba sus ojos llenos de malicia y con su gordinflona mano acariciaba suavemente el hombro de Simón y le daba cariñosos golpecitos, mientras le contemplaba lleno de una profunda beatitud. Esté tranquila la madre, no le pasará nada a su hijito... decía el Príncipe a su mujer.

Otro fundamento es la clase de construccion que en los muros maestros de dichas parroquias se advierte, donde por rara casualidad la ha dejado descubierta la manía rebocadora de los señores rectores y obreros que de tiempos atrás se han venido sucediendo, la cual cubre hoy indistintamente con una capa de cal y ocre de medio pié de espesor así los rústicos y lisos paredones, como las antiguas, menudas y prolijas esculturas de las archivoltas, capiteles, cenefillas, repisas, etc.

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