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Actualizado: 23 de julio de 2025


La vida moderna había añadido varias chimeneas de fábrica y brazos de grúas de vapor, que producían el efecto de anacronismos en esta decoración de puerto oriental.

A mis pies, formando cadena sobre un puente de trasbordo, trabajaban los marineros, entonando en coro sus canciones favoritas que producían eco en las colinas de la costa.

Angelina me miraba atentamente, procurando observar el efecto que sus palabras producían en . Pues Angelina: ¡diga usted a esa señorita que ese joven soy yo, y que paso muy gratas horas, oyéndola tocar! ¡No! ¡Yo no le diré nada! Pero.... ¡Con razón dicen las gentes que está usted enamorado de Gabriela! exclamó apenada, trémula el labio, húmedos los ojos.

Entonces la consideración de aquello á que se juzgaba obligado, y el ver que no le salían de adentro la aflicción y el lloro, le compungían de nuevo y producían en él el prurito y el flujo. D. Valentín era un mar de lágrimas dos ó tres veces por semana.

Tanto el señor Molina como su mujer, como las hijas, le producían la sensación de personas que vivían en un mundo de realidades pueriles y que hasta cierto punto carecían de verdadera alma. No concebía que en circunstancia alguna pudiera comunicarse con ellos sobre cosas relativas al corazón.

Su tía estaba sentada en un gran sillón de brazos, en un rincón de la terraza donde los rayos del sol, débilmente atenuados por algunos macizos de lilas, producían un agradable calor. Al verme ha querido levantarse, pero yo he corrido hacia ella para impedirlo.

Pero las reliquias, las ruinas que más impresión producían, eran las tres damas nobles y deterioradas que allí vivían, y que en el momento de nuestra historia, correspondiente á este capítulo, estaban sentadas en la sala, puestas en fila. María de la Paz, la más vieja, en el centro; las otras dos á los lados.

Se interrumpió Felipe un momento en medio de su perorata, esperando conocer en el semblante de Amaury la impresión que le producían sus palabras, de cuya elocuencia por su parte no estaba descontento; pero sólo pudo notar que su oyente añadió un pliegue a los muchos que ya surcaban su frente, y exhaló un suspiro aún más profundo que el anterior.

El vientecillo de la tarde mecía ligeramente las ramas del jardín, y al chocar las hojas unas contra otras, producían un murmullo cadencioso y apacible, interrumpido sólo por las agudas notas de alguna golondrina que tenía su nido entre las vigas del tejado.

Aquellas verdes ramas, el humo y la plegaria que no se oían más que en Navidad, y hasta el Credo de San Anastasio que sólo se distinguía de los otros en que era más largo y tenía virtud excepcional, puesto que no se le leía más que en ciertas ocasiones producían un vago sentimiento de que algo grande y misterioso se había realizado para ellos allá en el cielo, y aquí abajo en la tierra, algo que se apropiaba con su presencia.

Palabra del Dia

dubenic

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