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Actualizado: 9 de mayo de 2025
Ese es mi secreto repliqué yo con una sonrisita misteriosa. Y quemando mis navíos: Señor cura: yo no sé lo que os puede haber hecho ese pobre Francisco I. ¿No sabéis que tenía mucho juicio? Llevaba vida alegre, y amaba prodigiosamente a las mujeres. Y los ojos del cura se abrieron de tal modo que tuve miedo de verlos reventar.
En el fondo, y descontados el calor y el whisky, el ciudadano inglés no hacía un mal negocio, cambiando un perro gramófono por varias docenas de bellas tablas, mientras el pescador de vigas, a su vez, entregaba algunos días de habitual trabajo a cuenta de una maquinita prodigiosamente ruidera. Por lo cual el mercado se realizó, a tanto tiempo de plazo.
Aquello es inmenso en proporciones y prodigiosamente bello! Eran las cuatro de la mañana cuando el agudo son de la cornamusa alpestre nos despertó y puso en movimiento á todos. Ibamos á contemplar la salida del sol, que es uno de los mas sublimes espectáculos que se pueden observar desde una cumbre elevada de los Alpes.
Mas en vez de las letras, comenzó a trazar con soltura la cabeza de una mujer. Primero el pelo partido en dos trenzas, después la frente estrecha y bonita, luego una nariz delicada, una boca pequeña, la barba admirablemente recortada unida a la garganta por una curva suave y elegante... Se parecía prodigiosamente a Venturita.
España es un país prodigiosamente rico por sus elementos; pero la riqueza indígena sin el cambio nada vale. Me es imposible describir á Jaen, porque apénas logramos allí veinte minutos de descanso. El viajero que quiere detenerse en un punto intermedio, se expone á no seguir su viaje en muchos dias, porque los asientos de las diligencias son tomados en las ciudades que sirven de puntos de partida.
Es en Bingen que comienza la extraordinaria region de las montañas vólcanicas, y donde el Rin adquiere ese carácter prodigiosamente romántico que lo hace provocar la curiosidad de todos los viajeros.
Hora: poco antes del mediodía. Lugar: en los aledaños de la ciudad de Pilares. Es un día de primavera septentrional. Tierra y cielo, dos gracias femeninas. La tierra, de verdor perenne y tupido, está acicalada y alindada prodigiosamente, y no ha usado de otro afeite ni compostura que las aguas y nieves invernizas.
Los canales de Robledo habían llegado á las tierras de su propiedad, convirtiendo los ralos y secos pastos de la estancia en lozanas praderas de alfalfa, siempre húmedas y verdes. Su «hacienda» engordaba, multiplicándose prodigiosamente.
Palabra del Dia
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