Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 20 de mayo de 2025
Todos los viernes de Cuaresma la Real Audiencia Territorial pagaba y oía con religiosa atención o mística somnolencia un sermón que alguna notabilidad del púlpito vetustense predicaba en Santa María, la iglesia antiquísima.
Esa vida algo estrecha me ha hecho sufrir, pero tal es la suerte de todos mis colegas de carácter joven y activo. Te he hablado de ello para hacerte comprender que todo se puede soportar, y que la felicidad y la alegría se encuentran siempre, cuando se sufren con valor las pruebas y tribulaciones. Todo lo comprendía perfectamente; sin embargo, el pobre cura predicaba en desierto.
Paca predicaba allá en un grupo lejano; pero en cuanto los vió se vino hacia ellos, saludó á Soledad con efusivo cariño y á Velázquez con la franqueza de siempre, como si no hubiera pasado nada. La presencia de Soledad causó, como de costumbre, grata impresión en el sexo masculino. Se murmuraron requiebros hiperbólicos, se dijeron al oído unos á otros frases de entusiasmo.
Desde niña había sido reputada como un ángel; no hacía más que rezar y cantar á estilo de coro, remedando lo que oía en las Carboneras. Los domingos decía misa en un pequeño altar, que ella misma había formado, y también predicaba desde lo alto de una mesa con gran regodeo de toda la servidumbre, que acudía para oírla desde los cuatro polos de la casa.
El P. Jacinto predicaba también en el Foro, ó dígase en medio de la plaza pública, durante la Semana Santa. Allí se hacían todos los pasos á lo vivo, y el padre los explicaba en el sermón conforme iban ocurriendo. Así, había sermón que duraba tres horas, y siempre sin dejar el tonillo, lo cual no obstaba para que el padre expresase los más varios afectos, como piedad, dolor y cólera.
3 Entonces Saulo asolaba la Iglesia, entrando por las casas; y trayendo hombres y mujeres, los entregaba en la cárcel. 5 Entonces Felipe, descendiendo a la ciudad de Samaria, les predicaba el Cristo. 6 Y el pueblo escuchaba atentamente unánimes las cosas que decía Felipe, oyendo y viendo las señales que hacía.
Que qué diría el pueblo de Santa Cruz al ver llevar preso á un pobre religioso porque predicaba la fe.
Susana y Quilito se veían en Palermo, cambiaban una mirada y una sonrisa al cruzar rápido de ambos carruajes, recatadamente, a causa del Argos de la madre o de Angelita, que las cazaba al vuelo, y como era tan chismosilla y enredista, había que cuidarse de ella; luego, en el teatro, algunas veces, muy pocas, porque misia Gregoria, contrariamente a lo que antes predicaba en punto a encerronas, decía ahora que las niñas bien educadas no deben andar de ceca en meca, mostrándose con descaro en todos los sitios, como mercancía puesta a la venta.
Un fraile dominico la predicaba sin descanso, y ora usando del ruego, ora de la amenaza, agitaba ante sus ojos la imagen de Cristo crucifijado. Por fin, todos oyeron la áspera voz del religioso, que gritó como enloquecido: ¡Ultima vez: decid que abjuráis de vuestras creencias diabólicas! Aixa meneó la cabeza negativamente.
PELAYO. Baúl cuando al Badil matar quería. SANCHO. David, su yerno era. PELAYO. Sí; que en la igreja predicaba el cura Que le dió en la mollera Con una de Moisén lágrima dura A un gigante que olía. SANCHO. Golías, bestia. PELAYO. El cura lo decía. Acaba el REY de escribir. REY. Conde, esa carta cerrad. ¿Cómo es tu nombre, buen hombre?
Palabra del Dia
Otros Mirando