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Actualizado: 21 de junio de 2025


«En tanto á sus verdugos «Persiga en triste sueño, «El Prado Madrileño, «Espectro aterrador: «Sangrienta el agua beban, «Sangriento el cielo miren, «Y en sangre al cabo espiren «Por hierro vengadorLos nombres rememora, Que el sol de Mayo dora En la urna tumular. «La gloire, aube toujours nouvelle, «Fait luire leur memoire et redore leurs noms

Mejor es ser lo que soy, 1525 Pues que no soy lo que fuí: Aprended, flores, de Lo que de ayer á hoy. Prado con una fuente. Y ¿que tiene tan buen talle? Esto me dijo Leonor, 1530 Y que es la moza mejor Que tiene toda la calle. Es una perla, un asombro; Rinden parias á su brío Cuantas llevan ropa á el río 1535 Y llevan cántaro en hombro.

Cuando se hubo hartado de escupir, de sonreir y de lanzar resoplidos escépticos en torno de los grupos estacionados ante la casa del tío Goro, entró en la suya, tomó la macona y la guadaña y se marchó al prado de la Tejera á segar el verde para el ganado.

Estaba el prado lejos y mientras caminaba hacia allá no cesaba de pensar en el lance murmurando con la penetración que le caractirizaba: ¡Rediós! Lo siento por Nolo, porque al fin y al cabo es un amigo y un mozo cabal.

Llegado este momento, el peso del árbol activa su propia ruina; las largas raíces que se sujetaban al suelo del prado tienen que resistir á un esfuerzo cada vez mayor; ceden primero por un punto, luego por otro, y el árbol se inclina cada vez más.

Fuera del Prado, los labriegos buscaban en Alborchí el mercado de los cerdos, o probaban caballerías en el Hostal Gran.

Me echo á correr detrás y le grito: «¡Aguarda, aguarda un poco, Bartolo!» ¡Ay, amigos! ¡Quién le veía escapar por el prado del señor cura abajo!... Bien podéis creerme que perdía el culo. Todo no, pero un poco no le vendría mal perderlo aseguró un paisano. ; aún le quedaría bastante replicó Firmo.

En uno de los ángulos del prado se hallaba el grupo de los bailadores que movían las piernas con ligereza al son de la gaita y el tambor, rodeados de otro grupo más numeroso de curiosos. Pero lo que más atraía la vista era un gran nogal, colocado casi en el centro del campo, que por lo espeso de sus hojas y lo bien recortado semejaba una enorme planta de albahaca.

Capítulo X. Los Obispos de Teruel. D. Francisco Perez Prado y Cuesta, natural de Aranda de Duero en el Reino de Leon, fue inquisidor de Córdoba y Sevilla, el Rey Felipe V le nombró en 1732, Obispo de Teruel, de cuyo cargo tomó posesión en 7 de Noviembre del mismo año.

E por ende si a vos pluguiese que nos probemos vos é yo, uno para otro, fasta que uno de nos o ambos por ventura muramos, a mi plasera mucho é aquí presto. E respondiole Mosen de Sant Pedro que le plasia é se citaron en el prado de Sant Ana.

Palabra del Dia

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