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Actualizado: 3 de junio de 2025
No volvieron hasta la época de vacaciones, pocos días antes del día de la distribución de premios, último acto de mi vida dependiente que me emancipaba. Mucho más me hubiera gustado, como usted comprenderá, que Magdalena no hubiese asistido a aquella ceremonia.
Cuando se acabaron los juegos, sería el crepúsculo de la noche; y cuando el rey Policarpo quería levantarse de su asiento, con los jueces que con él estaban, para premiar al vencedor mancebo, vió que, puesto de rodillas ante él, le dijo: " Nuestra nave quedó sola y desamparada; la noche cierra algo escura; los premios que puedo esperar, que por ser de tu mano se deben estimar en lo posible, quiero, ¡oh gran señor!, que los dilates hasta otro tiempo, que con más espacio y comodidad pienso volver a servirte.
Y un ángel, una bellísima muñeca de nueve años, saltó del asiento del piano para caer en los brazos del niño, confundiéndose por un momento con sus besos, sus gritos, su risa, su alegría, sus almas inocentes y sus vidas inmaculadas, como se confundían los bucles de oro que rodeaban, como una aureola de rayos de sol, las preciosas cabezas de ambos. El niño se acordó al fin de sus premios.
Cada corte mío era una maravilla de precisión y de arte, sí señor, de arte. Gané los primeros premios en la Academia, y cuando se me expidió el título de Cirujano, se hizo constar en él que jamás se habían obtenido calificaciones más altas. La primera operación de importancia que ejecuté, después de haber sido recibido, fué la amputación de ambas manos del célebre pianista Gerosltein.
Yo no prometo premios en pago de obediencias: lo que quiero significar es que de seguir V. ciertos consejos míos se ha de alcanzar naturalmente lo que de otra suerte se malogrará acaso, con gran pesar de todos. Aclare V. su pensamiento, dijo D. Carlos. Quiero decir prosiguió D. Fadrique, que este modo que tiene V. de enamorar á Clarita no va, días hace, por buen camino.
Si no creo, mi incredulidad, mis dudas, mis invectivas, mis sátiras, mi indiferencia, mi orgullo insensato, no destruyen la realidad de los hechos: si existe otro mundo donde se reservan premios al bueno, y castigos al malo, no dejará ciertamente de existir porque á mí me plazca el negarlo; y ademas esta caprichosa negativa no mejorará el destino que segun las leyes eternas me haya de caber.
Pero volviendo al hilo de la historia, digo que esta Reducción de San Joseph, de indios Boxos, Taotos, Penotos y algunas familias de Xamarós y Piñocas, es felicísima á la suerte de los Misioneros que allí asisten, por ser este pueblo la puerta por donde se entra á otras muchas naciones, por lo cual ofrece comodidad, así para reducir muchas almas á nuestra santa fe, como para ganarse muchas coronas de premios en la gloria.
Pero, ¿qué tienes, hijo? insistió la señora . ¿Estás malo?... ¿Por qué lloras? Un inmenso desconsuelo, que desgarraba el alma en aquella carita de ángel, se pintó en las facciones del niño; con los dientecillos apretados y los ojos rebosando lágrimas y amarguras, contestó al cabo: Porque estoy solo. Mi mamá no ha venido. ¡Nadie ha visto mis premios!...
Su salida al mundo de las letras fué en "El Comercio", 1895, con la composición El terror de los mares índicos. Declara ser sus poetas dilectos Verlaine, Moreas y Baudelaire. Escribió versos en lengua francesa. Muchos premios en certámenes literarios. ¡Héroe inmortal, coloso legendario, emerge del abismo del osario en que duermes el sueño de la gloria! Ven.
A los dieciocho años se representó su primera tragedia en un teatro de amigos. Víctor Hugo no tenía más que quince años cuando escribió su tragedia Irtamene. Ganó tres premios seguidos en los juegos florales; a los veinte escribió Bug Jargal, y un año después su novela Han de Islandia, y sus primeras Odas y Baladas.
Palabra del Dia
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