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Ya podemos Dejar la cuenta. Bien hacen: Temerosos son del fuego. Escuchen por vida mía, Más: veinte mil y quinientos Y sesenta y tres ducados, Y cuatro reales y medio, Que pagué á postas de cartas. ¡Jesús! Y en correos Que llevaban cada día A España infinitos pliegos.

Aun todavía D. Lope no había segundado la lectura del enfurecido billete, cuando entró de nuevo el soldado diciendo: Día es de postas y correos: mi gozque, que ha corrido el campo, ya a esta hora trae este billete, que si no es de María, deberá ser de algún pintor, pues ni el famoso Lucas, ni Iciar, ni otro alguno de los de la péndola hará ni más ni bien asentada letra, ni más delicados perfiles.

El comercio antiguo, sin duda, las tradiciones de la calle de Postas, el contrabando, quizás la religión de nuestros mayores, por ser hombre tan sinceramente piadoso.

Ahora una ración de postas, cinco o seis; a granel los perdigones zorreros, metralla fina, y al final un taco bien golpeado. Si la escopeta no reventaba con aquella indigestión de muerte, sería misericordia de Dios. Aquella noche dijo Sènto a su mujer que esperaba turno para regar, y toda la familia le creyó, acostándose temprano.

En efecto, las fiestas de Raveloe estaban en relación con las postas de buey y los barriles de cerveza: se hacían con prodigalidad y duraban mucho tiempo, principalmente en invierno.

Y he aquí lo más admirable, lo que para nosotros, testigos presenciales de la cruenta campaña, constituye el más hermoso timbre de gloria con cuya posesión pueden envanecerse las tropas cubanas: esos soldados, instruídos para operar en grandes núcleos, para dar batallas campales, para batirse en campo abierto, esos soldados, que por las lecciones que recibieron solo parecían capaces de hacer lo que podríamos llamar "la guerra seria", han demostrado que, llegado el momento, cuando las circunstancias así lo exigen, pueden y saben hacer la guerra irregular; que para ellos las formaciones en columna, los brillantes despliegues, las líneas estratégicas, las cargas por escuadrones, las retiradas escalonadas, los fuegos de "boleo", las postas cosacas; y hasta las tiendas de campaña y los zapatos solo tienen un valor relativo.

Vive Dios, que se le olvidan Más de doce mil que fueron A Granada, y á otras partes; Y aun era tan recio el tiempo, Que se morían más postas Que tienen las cuentas ceros. Más: de dar á sacristanes, Que las campanas tañeron Por las victorias, que Dios Fué servido concedernos, Seis mil ducados, y treinta Y seis reales. ; que fueron Infinitas las victorias, Y andaban siempre tañendo.

REY. ¿Qué me replicáis? Poned del parque a las puertas Las postas. CONDE. Pienso que abiertas Al vulgo se las dejáis. REY. Pues ¿cómo lo han de saber, Si enfermo dicen que estoy Los de mi cámara? D. ENR. Soy De contrario parecer. REY. Esta es ya resolución: No me repliquéis. CONDE. Pues sea De aquí a dos días y vea Castilla la prevención De vuestra melancolía. REY. Labradores. SANCHO. Gran señor.

Pero para cumplir una resolución es necesario ser dueño de mismo, y yo no lo era. Parecía... voy a procurar explicarme: parecía que mi alma había quedado fuertemente asida a Amparo, y que cada vuelta de las ruedas de la silla de postas que me conducía, estiraba mi alma, haciéndome sufrir un tormento inexplicable. Llegó un punto en que no pude resistir más.

No son estas últimas, sin embargo, las que mas campean, como sucede luego en la degenerada ornamentacion propiamente musulmana; lo principal ahora son las grecas, mas ó menos sencillas, unas de garbosos vástagos con sus hojas formando postas, otras de caprichosas ajaracas en que los troncos y las folias, la palmeta griega y el loto asirio, el lirio y el tulipan, las piñas, las flores de ojos y los contarios, se combinan de mil diversos modos, trazando siempre los tallos y las hojas las mas graciosas curvas, y el todo reunido las mas elegantes cenefas, la mas caprichosa tracería.