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Actualizado: 16 de octubre de 2025


Es también seguro que Salomé pasaba muchas noches llorando, y que en aquel asunto intervinieron el fraile y el Marqués. El teniente fué mandado al Perú, y no se supo nada más de él. Es imposible expresar lo que sufrió la pobre alma de la joven Porreño con el terrible golpe del rompimiento de la boda. Ella esperaba no qué de aquel enlace. ¡Misterios femeninos!

Este desventurado ser se hallaba en el momento de nuestra descripción echado á los pies de María de la Paz, semejando en su actitud á los perros ó cachorrillos que duermen el sueño del mármol inerte á los pies de la estatua yacente de un sepulcro. Las de Porreño se levantaban á las siete de la mañana, tomaban un chocolate del más barato, y se iban á las Góngoras.

Entrada en los diez y ocho años, oyó con horror las proposiciones del decimoquinto Porreño, su tío, para que se casara. Yo dijo, ó seré hija de Jesucristo, ó viviré en mi casa, ausente del mundo, buscando en ella un baluarte contra el demonio. Bien, hija mía: si es éste tu gusto dijo el tío, sea.

Este pleito duró diez años, y en él perdió Porreño casi toda su fortuna, contrayendo deudas espantosas. Después tuvo la desdicha de sostener á Godoy en la conspiración de Aranjuez, y caído Carlos IV, el Príncipe heredero no perdonó medio de hacerle daño.

Luego que Salvador se fue, D. Felicísimo escribió una carta en cuyo sobre, después de trazar tres cruces, puso: A la Señora Doña María de la Paz Porreño, calle de Belén.

El hijo varón del Marqués había muerto en el viaje, navegando hacia América, y de la casa antigua y poderosa no quedaron más que tres señoras, á saber: la hermana y la hija del Marqués de Porreño, y la hija de su hermano don Carlos, que siguió á Napoleón, y murió, según se decía, en Praga, al volver de la campaña de Rusia. Después del triste fin de la casa, Elías siguió fiel á sus antiguos amos.

No habría sucedido nada si todos los señores congregados en casa de las de Porreño hubieran procedido con la discreción que se acostumbraba en tales reuniones ilícitas cuando las sorprendía la justicia.

A la vuelta de Francia, Fernando olvidó que el Marqués de Porreño había sido su enemigo en la conspiración de Aranjuez, y concedió una pensión á su hermana.

La desolación que causó a las dignas señoras de Porreño aquel suceso, no se expresa con las frías palabras de la historia.

En el pasillo ó antesala, que era bastante espacioso, habían puesto un pesado armario de roble ennegrecido, con columnas salomónicas, gruesas chapas de metal blanco en las cerraduras y bisagras, y en lo alto un óvalo con el escudo de la casa de Porreño y Venegas, el cual escudo consistía en seis bandas rojas en la parte superior, y en la inferior tres veneros relucientes sobre plata y verde, además de una cabeza de sarraceno, circuído todo con una cadena y un lema que decía: En la Puente de Lebrija peresci con Lope Díaz.

Palabra del Dia

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