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Actualizado: 16 de octubre de 2025
Sobre una de ellas había un San Antonio muy viejo y carcomido, con un vestido flamante y una vara de flores de reciente hechura. Frente á esto, y en unos que fueron vistosos marcos de palo-santo, se veían ciertos dibujos chinescos, regalo que hizo al sexto Porreño su primo el príncipe de Antillano, que fué con los portugueses á la India.
Muchos conocidos visitaron al recién llegado, y aquel mismo día tuvo éste ocasión de hacer una obra de caridad, mejor dicho, de aprobarla y sancionarla, pues ya estaba hecha condicionalmente por su esposa. Sola había cedido gratuitamente la bohardilla de la casa a las señoras de Porreño, en quienes la rancia nobleza no fue parte a poner un dique a la invasora miseria.
Yo estoy aquí todavía, porque quedan algunas cosillas y el ropero grande, y estoy aquí pa cuidarlo; pero mañana me voy. ¿Y á dónde se ha mudado? Aquí cerca, en la calle de Belén, en casa de unas señoras que llaman de Porreño, que le han cedío el cuarto segundo pa que viva solo. ¿Y Clara? preguntó Lázaro con mucha ansiedad.
Conoce mucho á unas señoras, que llaman las señoras de Porreño. Son nobles y fueron muy ricas. ¿Y vienen aquí? Muy pocas veces.
Representáronsele además las siniestras figuras de las señoras de Porreño; y en su soñar disparatado, lo parecía que aquellas tres figuras crecían, crecían hasta tocar las nubes y ocupaban todo el espacio: Salomé como una columna que sustentaba el cielo; Paz, como nube gigantesca que unía el Oriente con el Ocaso.
En la sala estaban María de la Paz, Salomé, y delante de ellas, en pie y respetuosamente, Elías Orejón y el ex-abate don Gil Carrascosa. Nada hemos hablado hasta ahora de la amistad de este singular personaje con las venerables viejas. Carrascosa, en su calidad de abate entrometido, frecuentaba la casa de Porreño, lo mismo que otras de la más elevada jerarquía.
Pero, hombre dijo Bozmediano, que no tenía noticia de que semejantes tipos existieran en el mundo, ¿qué gente es esa?... ¿Cuál es su carácter, su vida, sus hábitos, qué hacen y por qué está ahí esa pobre muchacha? Dichoso usted que no conoce á esas diablas de Porreño. Son los pájaros más raros que hay en el mundo. Cuando tengo mal humor voy á reírme con ellas, oyéndolas disparatar.
Y allí, ¿qué decían de él? preguntó la devota, abriendo á San Juan Crisóstomo. ¿Qué decían? contestó la huérfana, mirando la labor lo más de cerca que le era posible. Decían que era un joven muy leal, muy generoso, muy bueno y de mucho talento. Sí, ya se conoce que es un joven de buenas prendas dijo la de Porreño, abriendo á San Juan Crisóstomo. ¿Y tiene padres?
Bajó el lacayo y vapuleó al realista. Así pagan los tiranuelos. Después de este lance, el fanático se puso malo. Dijeron algunos que se había dejado morir de hambre; otros que se había vuelto loco; otros, y esto parece lo más cierto, que le mató una profunda hipocondría. Y las señoras de Porreño, ¿qué fué de ellas? le pregunté. Nada he podido averiguar de doña Salomé contestó.
Vivirás con ellas; las ayudarás y servirás en sus labores, y te enseñarán lo que no puedes aprender en mi casa, sola y sin guía. ¡Las señoras de Porreño! pensó Clara con horror, aquéllas tan erguidas y finchadas, que le daban miedo siempre que le hablaban, dejándole una impresión de tristeza que no podía borrar en muchos días.
Palabra del Dia
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