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Actualizado: 21 de noviembre de 2025


Un ángel terrestre está un poco fuera de su sitio. Luisita, inundados sus ojos de lágrimas, se ríe al mismo tiempo, y traduce así mis argumentos: Bueno; yo no querría que mi marido fuera un zonzo... No he dicho zonzo; he dicho ángel. , , ya te comprendo, y también a . Las noches que se queda en casa, vieras, hijita, ¡qué alegría! Pero ¡se queda tan pocas!...

La hermosa dama estaba en Biarritz, y vino en compañía de unas señoras francesas que deseaban conocer al torero. La vio una tarde. Se fue, y sólo supo de ella vagas noticias durante el verano, por las pocas cartas que recibió y por las nuevas que le comunicaba su apoderado luego de oír al marqués de Moraima.

Voy á reasumir en pocas palabras todo lo expuesto sobre la moralidad, sobre la tan cacareada moralidad del pueblo parisiense: Tal vez me hago insufrible á mis lectores; pero esto es una operacion de cirujía, y todos tenemos la obligacion de ser pacientes hasta donde podamos aguantar. Cuando, él lector no pueda más, tiene el recurso de quemar mi libro.

, Cornelio. Refugiémonos en el junco. Me han dicho que los salvajes australianos no tienen canoas. Es verdad; pero ¿y nuestro trépang? Si se dan cuenta de que hemos abandonado la playa, saquearán el campamento, y en pocas horas perderemos el trabajo de siete días, y con él muchos miles de pesos, pues ya tenemos recogida una verdadera fortuna en moluscos. Y ¿no podríamos embarcarlo?

Las pocas gotas de sangre que doña Carmen tenía ya en su arruinado cuerpo le subieron de golpe al rostro y lo tiñeron levemente de rojo. Me han dicho ... que estabas deseando mi muerte. A su vez la rica sangre de Clementina acudió atropelladamente a sus mejillas y las encendió con vivos colores. Ambas se miraron un instante confusas.

Algunos cantores de los campanilleros llegaron á adquirir cierta celebridad, no sólo en la hermandad á que pertenecían, sino en todo el barrio, principalmente en los tiempos en que más en auge estuvieron, entablándose en no pocas ocasiones competencias muy empeñadas entre los cantores de una parroquia y los de otra, competencias de las cuales resultaron algunas veces disgustos y altercados.

Muy señor mío, muy señor mío respondió el anciano, inclinándose. He visto en mi vida pocas cosas tan estrafalarias como el señor de Anguita. Era alto, enjuto, rasurado, dejando solamente unas cortas patillas blancas; los ojos, grandes, apagados, vidriosos; la tez, pálida, y los dientes, largos y amarillos.

Porque Campistrón no se limita á colocar en las provincias á las desechadas de los teatros de París, sino que se encarga también de proporcionar á los dueños de casa espectáculos á la medida, comedias, revistas, óperas cómicas y, en general, todo lo que se necesita para montar una reunión en pocas horas.

La misma operacion se reproduce en todos los pisos de cada casa, que presentan interminables hileras de espejos giratorios; y no pocas llevan su curiosidad hasta duplicar el aparato en sus alcobas para tener la imágen completa de lo que pasa en la calle, lo que equivale para su curiosidad á aquello de mascar á dos carrillos.

Y levantándose Diego Cortado abrazó a Rincón, y Rincón a él, tierna y estrechamente, y luego se pusieron los dos a jugar a la veintiuna con los ya referidos naipes, limpios de polvo y de paja, mas no de grasa y malicia, y a pocas manos alzaba también por el as Cortado como Rincón, su maestro. Salió en esto un arriero a refrescarse al portal, y pidió que quería hacer tercio.

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